viernes, 5 de septiembre de 2014

Antonio de verde luna





Hoy cinco de septiembre del 2014 se cumplen treinta y un años del fallecimiento del Maestro de los Alcores don Antonio Cruz García, “Antonio Mairena” para la gloria del Cante Flamenco.  Una especie de Cid Campeador del Arte Jondo que sigue ganando batallas aún después de muerto. Reconozco sin ambages que posiblemente sea el cantaor que en la actualidad suelo escuchar con más frecuencia. Dos aficionados y estudiosos flamencos de tantísimos kilates como Luis Caballero y Manolo Centeno me lo adelantaron en su día. Para Centeno, posiblemente el mayor vallejista del Reino de Sevilla, Antonio Mairena era y sería con el tiempo el mayor referente del Cante Flamenco. Luis Caballero con su exquisita sabiduría flamenca me dijo un día: “Lo que resulta innegable es que todos los buenos aficionados terminarán atracando sus barcas en el muelle sonoro de Antonio Mairena”. Nunca me gustó la ambigüedad en ningún orden de la vida y en lo flamenco siempre me he considerado –y me considero- un pertinaz caracolero. En el cante de Manolo Caracol encuentran respuestas viscerales y racionales mi concepción ética y estética del Cante flamenco. Pero, al día de hoy, Antonio Mairena se me representa como el faro más genuino de lo verdaderamente Jondo. Son tiempos complejos donde llamamos Arte a cualquier mamarrachada.  Hoy estamos inmersos en el Flamenco del siglo XXI y lo encaro  con una percepción de aficionado del siglo XX.  Este Arte parido y amamantado en Andalucía será, en definitiva, lo que quieran sus artistas actuales y los aficionados del mañana. Antonio Mairena se nos representa, hoy más que nunca, como una referencia inexcusable de la verdad sin matices del Cante flamenco.  Evidentemente ni lo antiguo era todo bueno ni lo moderno es todo malo.  La calidad no entiende de épocas ni de hojas gastadas –o por gastar- en los calendarios de la Cultura. El legado cultural y sonoro de Antonio Mairena representa en todo sus esplendor cuanto el Cante Flamenco tiene de verdadero e imperecedero. Evidentemente el Cante tiene muchas veredas y es tarea de aficionados y estudiosos hacerlas convergentes.  Pero si algún día el Cante de Antonio Mairena (cosa que me temo) fuera tan solo una solemne pieza de museo o componente gozoso de coleccionistas tendríamos motivos sobrados para la preocupación. Antonio de verde luna atado a la memoria sentimental de los buenos aficionados.  Andalucía hace ya demasiado tiempo que, en casi todos los ordenes, confunde lo sustancial con lo insustancial y así nos va.  

No hay comentarios: