viernes, 12 de septiembre de 2014

Los filibusteros del exabrupto





Con más frecuencia de lo aconsejable nuestros políticos “meten la pata” con inoportunas declaraciones a las que podríamos llamar de manera benevolente poco afortunadas.  Las Redes sociales con su inmediata y amplia proyección  los animan a “destaparse” y luego pasa lo que pasa. La última vez que los españoles fuimos convocados a las urnas (Elecciones Europeas Mayo-2014) se produjo una  considerable abstención. La campaña electoral estuvo marcada por un comentario de machismo ultramontano del señor Cañete y hasta una política de un perfil tan bajo como la señora Valenciano vio el cielo abierto (después fueron los votantes los que se lo cerraron con su poca participación en las urnas).  Vivimos tiempos de incertidumbre y el pesimismo cuelga de las ventanas y balcones de muchos millones de familias españolas (en Andalucía ni les cuento).  Nadie se cree lo que dicen los políticos (¿o todavía hay gente que si?) y esto es algo tremendamente corrosivo para los cimientos de las sociedades democráticas. Cualquier político suelta sin despeinarse una parida que lo retrata y luego cuando se escandaliza la Sociedad (incluyendo a los colegas de su propio Partido) suelen dar marcha atrás.  Utilizan para su “arrepentimiento” tres elementos correctores. O bien que sus palabras han sido sacadas de contexto. Otras que han sido mal interpretadas o manipuladas interesadamente por sus adversarios políticos. O simplemente reconocen que se han equivocado de todas todas. Una mala tarde la tiene cualquiera.  Evidentemente la palabra dimisión ni está ni se le espera.  Aquí no se va nadie ni vertiéndoles aceite hirviendo desde las almenas de los castillos.  Pocos Partidos se libran de tener en sus filas estos filósofos del exabrupto y la hipocresía.  No nos engañemos: su verdadero rostro es aquel que nos muestran cuando lanzan sus “cagadas”. Las rectificaciones y el perdón lo utilizan fundamentalmente para salvar el pellejo (sillón).  El nivel de nuestra clase política actual (sálvese quien pueda y que además lea de vez en cuando) es paupérrimo.  Posiblemente tengamos los políticos más banales y peseteros de toda nuestra reciente historia democrática.  Los “malos” serán siempre los de enfrente y entre unos y otros tienen a este sufrido y hermoso país sumido en la tragedia de la subsistencia del día a día.  Confiar en ellos se me representa como un mero ejercicio de supina candidez.  Hacen con nosotros cuanto quieren porque saben que nos tienen domesticados y a merced de sus “cantos de sirena”.  Defienden sus parcelas sin importarle que las nuestras estén mustias y secas.  De nosotros, tan solo de nosotros, dependerá que no se consideren a perpetuidad los amos del cortijo (España).  Pasan los días, pasan los meses, pasan los años y esta amada y maltratada Andalucía sigue estando en el furgón de cola.  ¿Responsables?  Busquen, comparen y si encuentran algo mejor vótenlo.  Mientras, seguirán escribiendo o diciendo barbaridades en los medios y las redes sociales.  Son,  en definitiva, los filibusteros del exabrupto.

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