Debo reconocer que, al menos que la memoria me traicione, tan solo una
vez en mi vida intercambié algunas palabras con Fernando Carrasco. Fue hace un
par de veranos una vez que, como buenos cerveceros, coincidimos en Casa Coronado. El estaba con un amigo común e intercambiamos
algunas palabras sin saber concretar ni el contenido ni el continente de las
mismas. Una breve charla y se marchó pues lo estaban esperando en otro sitio. Lo
que si reconozco sin ambages es que me interesaba sobremanera cuanto escribía
en “ABC”. Unas veces de Toros y otras de
nuestra Semana Santa. En ambos casos me llamaba gratamente la atención su
valentía expositiva y la lucidez de sus argumentos. Esta mañana lo han despedido de manera
multitudinaria familiares y amigos en la Iglesia de San Bernardo. Todo bajo el manto protector de su querida
Virgen del Refugio y con el dolor compartido del Cristo de la Salud. Tenía 51 años de edad y
murió súbitamente en los aledaños de la Maestranza. Venía
de ver la representación (la última para él) de su exitosa obra “El hombre que
esculpió a Dios”. Las perdidas humanas
son siempre irreparables pero cuando corta de raíz una vida todavía joven la
tragedia toma cartas de naturaleza. Me sobran argumentos para afirmar que
Fernando Carrasco era un hombre sumamente querido en la Ciudad y que sus amigos
eran legión. Insisto, no lo conocía personalmente pero amigos comunes siempre
me hablaron de su persona en términos bastante elogiosos. Poco más se puede añadir cuando la Parca hace acto de presencia
de manera tan sorprendente. Reconocer
públicamente al escritor y periodista sevillano que se nos ido para siempre y
desear a familiares y amigos el consuelo que siempre, a los creyentes, nos
proporciona la Fe. Descansa
en la paz eterna de los hijos más ilustres de la Ciudad.
Juan Luis Franco – Sábado Día 5 de Marzo del 2016
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