El problema principal de las Navidades contemporáneas es que a la par que se han llenado los frigoríficos se han vaciado los corazones.
Como no podía ser de otra forma la Navidad (las Navidades) no son hoy más que un reflejo de la Sociedad que nos ha tocado vivir y que entre todos y todas hemos construido. El hecho principal que se celebra (el Nacimiento del Mesías) se ha convertido en algo totalmente secundario. Que los ateos o agnósticos no celebren espiritualmente esta efemérides (fundamental para los cristianos) se nos presenta como algo normal. La libertad de crer o no creer forma parte del ideario que cada cual se ha provisto para caminar por la vida. Lo preocupante es que son muchos los “cristianos” que obvian lo que de verdad celebra estos días el Mundo de la Cristiandad. Esto forma parte de una legión de “creyentes” que se autodenominan desde hace tiempo como “cristianos no practicantes”. Todo se simplifica en ser o no ser (o eres o no eres). El Comercio de cuerpos y almas ya ha relegado esta cuestión a un segundo plano. Afortunadamente en Sevilla el ínclito Papa Noel (jo,jo,jo) no ha conseguido desplazar a los Tres Reyes Magos de Oriente. En las miradas ilusionadas de los niños subsiste un generoso sustrato de la verdad de lo que celebramos. La pasada Magna Hispalense no fue más que un intento desesperado por parte de la Oficialidad de la Iglesia por intentar paliar la triste comprobación de las Iglesias vacías. Intentar sentar a la inquieta y bulliciosa devoción popular en los bancos de las Iglesias. Atraer la calle a los Evangelios siempre resultó una tarea ciertamente complicada. Es bien cierto que cada día existen más cristianos y menos católicos. Los Navidades se han convertido en un supremo culto a la glotonería y en un desaforado consumismo compulsivo. Comer en familia (o en buena compañía) es de los placeres más gratificantes del que podemos disfrutar los seres humanos. Aunque lo importante más que la comida es el concepto (hoy seriamente devaluado) de la familia. Los afectos verdaderos por encima de las viandas. Ya todo gira en torno al sacrosanto imperio de los regalos. Leo en la prensa estos días que el ¡60 por ciento! de los regalos de Reyes entre adultos son mal recibidos por sus destinarios. Luego los cambian por dinero o por otra cosa más acorde con sus gustos y preferencias. Ya nadie duda que el 7 de Enero sea el día de San Descambio. Resulta incuestionable que la Navidad (las Navidades) representan una fuerte inversión económica que a la postre resulta beneficiosa para las ciudades. Toma cuerpo y forma las estúpidas y banales competiciones. Ahora se trata de ver que Ciudad pone más luces o la torre más alta. Sacamos nuestra empatía social a pasear (una vez al año ser bueno no hace daño) y nos acordamos de las personas que viven solas y de que ningún niño se quede sin juguetes. Una vez que pase la Navidad y lleguen las Rebajas que cada cual se busque la vida como pueda. Cuando llegan las Fiestas pasó lo que cantaba el gran Serrat en su canción “Fiesta”: “Gloria a Dios en las alturas / Recogieron las basuras / De mi calle, ayer a oscuras / Y hoy sembradas de bombillas”. La vida, ya definitivamente envuelta en papel de regalo. El Pesebre ignorado.
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