martes, 2 de junio de 2009

Arenas del camino.

Cuando este Toma de Horas vea la luz, las numerosas hermandades rocieras ya habrán emprendido el camino de vuelta. Al igual que Alberti cuando decía…”nunca fuí a Granada”, yo nunca fuí al Rocio. Esporádicamente, un par de años que mi hermana tuvo casa en Matalascañas visité a la Virgen en su Ermita. Lo que ví reconozco que me sedujo. Una sala abarrotada por las velas de promesa de los rocieros que acuden a su amparo. Las revueltas pisadas en la puerta de la Ermita, como el culmen del gozoso sendero del caminante que llega a feliz puerto. El interior donde manda la presencia de Ella. La fe mueve montañas y no digamos si se trata de la arena del camino. Siendo semanasantero hasta los tuétanos, empiezo a sentirme incomodo cuando – en esta gloriosa semana sevillana- el bullicio es un freno para la contemplación y la reflexión. Que duda cabe que en ese “millón” de visitantes rocieros habrá de todos. Los habrá de postín y caballo alquilado que emulan al don Guido machadiano. Posiblemente tiesos como la mojama, pero eso sí paseándose presuntuosos y postineros por la Aldea. Alardean de lo que no son y presumen de lo que no tienen. Pero allá ellos con su impostura de señoritos caducos.También están los que viven instalados en el “taco”, que no solo no conocen la crisis sino que la provocan con su insaciable avaricia. Gente del famoseo que encuentran en esta fiesta su particular “Hoguera de las vanidades”. Pero, a que dudarlo, también mucha gente que en la dureza del camino y en el encuentro con la Reina de las Marismas, hayan el antídoto para sus pesares y la fuente de sus esperanzas. No sería justo hablar de la romería mas multitudinaria de la Cristiandad solo como un festín de juerga, cante y vino. Aunque a que dudar que de todo hay en abundancia. Pero no olvidemos que estamos hablando de una romería y no de una semana de pasión, muerte y resurrección. Y que tire la primera piedra quien en Semana Santa no se pega –nos pegamos- mas de un “latigazo (y no precisamente de penitencia). Amigos a los que aprecio y valoro, me hablan de la grandeza de las “paras” en el camino donde se palpa a Dios con la palma de la mano. Me animan permanentemente a que participe con ellos en esta liturgia de rezos, vino, cante por sevillanas, buena hermandad, candela, luna y estrellas. Me dicen: “ven y luego saca tus propias conclusiones”. Lo bonito está –me comentan-- en el camino. Sin duda sera verdad pero yo nunca….”fuí a Granada ( Rocío)”. Recuerdo una etapa de mi vida en la que estaba muy relacionado con Sanlucar de Barrameda. Amigos de la Hermandad de esa localidad me animaban a cruzar el coto de Doñana con el mágico compás de fondo de las sevillanas de Sal Marina y las Carlotas. Me limitaba a gozar viendo el cruce de carretas desde Bajo de Guía hasta la frontera con la gloria. Pero seguí instalado en mi perseverante comodidad del que…..”nunca fue a Granada (Rocío)”.

Esta semana volverán como cigüeñas a sus campanarios las carretas de Sevilla, Triana y el Aljarafe. Como siempre ha pasado, pasa y pasará serán menos los de la vuelta que los de la ida. Es ley de vida: la ida suena a victoria y la vuelta a derrota. Pero si quien te espera es Sevilla no hay motivos para la zozobra. Se acabó la Semana Santa. Se acabó la Feria. Se acabó el Rocío. Pero siempre nos queda Sevilla. Se nos muestra radiante como una bella mocita que con su roete y su moña de jazmines, se asoma amorosa al balcón de la vida y la esperanza. Siempre nos dice…”aquí estoy asomada para quien quiera soñar con cortejarme”.


Llegaron pletóricos y exhaustos los rocieros despues de un baño de fe y vivencias compartidas. Tocarán las campanas de el Salvador, la Macarena y Santa Ana para proclamar que todo está consumado.

Quedará por delante un largo año de espera. Arribaron a la Ciudad cansados y deseosos del encuentro feliz con su mundo más íntimo y cercano. Volverán a su vida cotidiana de empresarios, funcionarios, profesores, albañiles, mecánicos, oficinistas, labradores, amas de casas, universitarios o parados. Les quedará en su interior un aroma a jara y romero. Guardarán amorosamente una medalla que ya es un año más vieja. El recuerdo de la dura y dulce arena de las veredas. Las noches del camino durmiendo bajo un manto de estrellas. El sabor del agua del Quema para aquellos que recibieron su bautizo rociero. La misa de romeros. El salto de la reja y la salida de la Blanca Paloma. Momentos largamente esperados y que se escapan fugazmente de las manos como el agua de la lluvia. Nos harán partícipes de sus múltiples experiencias que cada año consideran unicas e imperecederas. Es ley de vida. Todo efímero y configurado en un mágico círculo sentimental que no termina nunca de cerrarse. Decía una letra por sevillanas de Los Marismeños……”almonteño dejame que yo contigo la lleve”. Pero yo…”nunca fui a Granada (Rocío)”. Seguiré soñando atardeceres de verdes pinos. Noches alfombradas de estrellas luminosas. Amaneceres resacosos donde el nuevo día se despereza con olor a café recien hecho y a rocío mañanero. Seguiré caminando por los senderos de la vida y los sueños en busca del paraiso soñado. Aquel donde una Virgen nos acogerá con los brazos abiertos. Todos retornarán con la esperanza de volver a verla el año que viene. Dirán para sus adentros…. “ Dios te salve Madre y Pastora / Reina de marismas y romeros / volveremos a ti sin más demora/ que el permiso del que manda desde el cielo”. Pero yo…”nunca fui a Granada (Rocío)”.


P.D. Cada año autoridades y ecologistas se quejan –y con mucha razón- de las toneladas de basura que algunos dejan por los caminos. No se cuida el entorno como se debiera, y además se suelen abandonar a su suerte a equinos a los que previamente han reventado sin piedad por los caminos. Pero evidentemente en una fiesta tan multitudinaria tiene que haber de todo. Hasta esta partida de indeseables que tanto daño le hacen a la Romeria del Rocío.

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