miércoles, 28 de octubre de 2009

El hombre que susurruba a los carriles.


Si de algo –en el tema político-municipal- estoy convencido, es que Sevilla tiene una gran asignatura pendiente. Se encuentra inmersa en el discurrir de la ya larga –afortunadamente- andadura democrática española. Me refiero concretamente a disfrutar de un buen Alcalde. Otras grandes ciudades, algunas hasta por partida doble, ya lo tuvieron. Asi de memoria quiero recordar a: Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Zaragoza, Málaga, Córdoba o la cercana y querida Cádiz. Excelentes alcaldes de distintos signos políticos, pero con un denominador común: supieron tirar de las riendas de sus ciudades, rodeándose de un equipo de colaboradores y asesores, donde todos remaban en una misma y unica dirección. Primaba sobre intereses partidistas o personales el progreso de la Ciudad, sin hacerla perder sus señas de identidad más nobles, y propiciando el bienestar de los ciudadanos –de todos- que en ella viven, gozan y padecen. Basta viajar un poco y visitar las ciudades antes mencionadas para comprobar la diferencia – la enorme diferencia- que mantienen con esta Sevilla de nuestros amores y desvelos. El matiz fundamental de sus avances y nuestro retroceso es que ellos saben de donde vienen, donde quieren ir y los medios para conseguirlo. Mientras nosotros, vivimos inmersos en eternos proyectos a los que nunca se les ve el final. Aquí todo está enmarcado en un cúmulo de chapuzas y despropósitos que condicionan que la ciudadanía –o al menos un buen número de ella- esté harta de tanto mentecato suelto, que están dejando la Ciudad sin parte de su hermoso pasado y con un presente abierto –en canal- a un incierto futuro.


Los políticos se configuran en tres grupos: los eficientes, los nefastos y aquellos que –aún gobernando- ni están ni se les espera (¿les suena un tal ZP?). Dentro de este último grupo estaría nuestro actual Alcalde que asumiendole -faltaría más- unos valores éticos y personales, nos ofrece en su ya largo mandato municipal una gestión que estaría rozando el suspenso.


Un buen Alcalde para Sevilla sería alguien que reuniera el rigor de Manuel del Valle, la seriedad y firmeza democrática de Soledad Becerril y el carisma de Rojas Marcos. “Difícil me lo ponéis amigo Sancho”, que diría el Caballero de la triste figura.

Pues bien, solo con un alcalde tan pusilánime como el actual es posible la irrupción en la vida municipal del ínclito Antonio Rodrigo Torrijos. Primero por no haber sabido ganar las elecciones municipales por mayoría (¿si hubiera sido así se hubiese formado el llamado Pacto de Progreso?). Segundo por tener que “gobernar” la Ciudad con tan molestos “compañeros de viaje” y no ser capaz de sacudirselos de encima. Es imposible gestionar bien una Ciudad mirando a la derecha a ver que cara te ponen en tu propio Partido y, a la izquierda para darle “jarilla” a tus inseparables socios de Gobierno. Todo este cúmulo de cosas han propiciado el “boom” de Rodrigo Torrijos.
Dejemos claro que la naturaleza de la Democracia consiste en que a través de los votos nos gobiernen aquellos que han sido beneficiados con la mayoría de los mismos. Evidentemente este no es el caso de IU en Sevilla donde consiguió un exiguo número de votos. ¿Qué las pactos son democráticos y legítimos según nuestra actual Constitución?. Sin duda, y nada que añadir en su contra. Tan solo, si me lo permiten, un pequeñó matiz: legítimos pero no naturales. Seamos justos a los antecedentes y digamos que también el PP intentó lllegar a acuerdos puntuales con IU para gobernar la Ciudad. Lo que pasa es que ni siquiera tuvieron la delicadeza de escucharlos. Al César lo que es del César.


Los últimos años han generado una cosecha de políticos (nacionales, regionales o locales) no solo de infausta memoria para los ciudadanos, sino que fueron amortizados política e históricamente a los pocos minutos de ser cesados (aquí dimitir la verdad es que lo hace muy poca gente). Uno de los casos más llamativos fue el de doña Magdalena Álvarez (hoy “arreglando” nuestros problemas por Europa) que a que negarlo dió bastante juego en You Tube, y proporcionó su pan a numerosos articulistas españoles. Mejor pasar de prisa y “najando” por su gestión pública.

Antonio Rodrigo Torrijos ya está amortizado de antemano. Cuando se vaya no habrá llegado a cerrar la puerta de su despacho y ya la Ciudad lo habrá borrado de su memoria. El creerá firmemente que será recordadado por el proletariado (¿) sevillano por su enorme aportación al binestar de los mismos, y que solo se alegrarán de su marcha los “fachas tradicionalistas” y los burgueses de toda índole y condición.

Resonarán –según él- durante muchos años por las paredes de la Casa Grande, su verbo culto y fluido y su revolucionario discurso ciudadano, emanado directamente de Platón, Kant, Hegel, Engels, Marx, Gramsci y el Che Guevara. Posiblemente a Lenin y Stalin los tenga todavía enmarcados y escondidos en el fondo de un cajón de su despacho. Puede buscar en el otro y posiblemente encuentre el piolet con el que le abrieron la cabeza al disidente Leon Trotsky.

A mí me interesan no sus ideas –que cada cual es libre de tenerlas y pasarlas por el filtro incontestable de la Historia- sino su gestión, a mi entender nefasta, al frente del Ayuntamiento sevillano. Sí, he dicho bien: al frente. Dejaré a los “depositarios de las esencias” de la Ciudad que lo descalifiquen –por ahí no pasa un servidor- utilizando cuestiones personales como el hecho de fumar en pipa o denominarlo “Comandante” y otras lindezas.

Conociendo el sentido de la responsabilidad ciudadana de muchos sevillanos, me temo que tendremos Rodrigo Torrijos y Monteseirín para rato. Lamento decirlo pero constato a mi alrededor un grado de pasotismo –ante cuestiones que nos afectan tan fundamentalmente- verdaderamente muy peligroso. Dentro de la libertad de cada cual de actuar –votar- en conciencia, lo que resulta evidente es que no anduvo muy torpe aquel que dejó dicho aquello de: cada Pueblo tiene el Gobierno que se merece.

P.D. Negarle el pan y la sal a un ilustre sevillano como don Felipe González Márquez al boicotear su nombramiento como Hijo Predilecto de la Ciudad ha sido una pasada. Se podrá estar de acuerdo o no con su gestión al frente del país, pero lo que resulta innegable es que fue altamente positiva para Sevilla (Expo-92, Ave…….). Con la mano en el corazón y en la cartera, ¿a quién prefieren ustedes a Zapatero o a Felipe González?. Ya va siendo hora de llamar a las cosas por su nombre y donde dicen Torrijos and Company: Ley de la Memoria Histórica, deben decir: Ley de la Venganza Histórica. Pero esto es lo pasa cuando te ves obligado a“elegir” para gobernar a tan malos compañeros de viaje. ¡Pobre Ciudad nuestra en manos de quien estás!.

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