martes, 17 de abril de 2012

Safari real


Dice una conocidísima letra por Alegrías: “Yo pegué un tiro al aire / cayó en la arena / confianza en el hombre no hay quien la tenga”. Pues de eso se trata en definitiva: de tiros y de confianza (real). La Monarquía española (tan necesaria como, hasta ahora, positivamente valorada) está pasando últimamente por una serie de acontecimientos concatenados que la están poniendo, literalmente, a los “pies de los caballos” (republicanos). Primero fue “lo de Urdangarin” y su conducta poco acorde con su condición de “yernísimo”. Se aprovechó de su cercanía con los Reyes para mandar su “Carta” sin que interviniera el Cartero Real. Luego fue Felipe Luis Froilán de Todos los Santos quien accidentalmente se pegó un tiro en el pie mientras manipulaba, a sus trece años de edad, una escopeta de caza. Su Alteza Real, la Reina Doña Sofía, ejerciendo de complaciente abuela manifestó a su salida del Hospital que, en definitiva, “Eran cosas de niños” (rezo para que mi yerno no ponga un arma en manos de mi “Chico”). Quedaba la mayor y llegó en forma de safari en Botswana. El Rey Juan Carlos se fracturó una cadera cuando se había desplazado (parece ser que de absoluto incógnito) a cazar elefantes a esta localidad africana. Leo en Internet que por cada elefante abatido hay que pagar la friolera cantidad de 30.000 euros. Esto lo entiendo menos: con el volumen de estos animales y su lentitud de desplazamiento, ¿Qué mérito tiene el abatirlos? ¿Cómo se puede fallar un tiro a un elefante? Cuando el Príncipe Felipe salía, en compañía de su estilizada esposa, de visitar a su augusto Padre comentó que lo había encontrado, como siempre, “Imparable” (no estaría de más por el bien del país que se pare un poco más). Esto es serio y preocupante pero, evidentemente, no irreversible. La Monarquía “juancarlista” ha resultado providencial en todo el proceso de la complicada Transición Española hacia la Democracia. Sin ella –la Monarquía- muchos españoles estamos convencidos que las cosas hubieran naufragado una vez más en nuestra Piel de Toro. Dada mi condición de socialista democrático pocas dudas tengo de cual sería mi elección entre Monarquía y República. Pero, no nos engañemos, aquí la III (como las Sevillanas) nos llevaría inevitablemente hasta la IV. No podemos, a través de estos serios deslices, cuestionar a la Monarquía Española como Institución al servicio de todos los españoles. Un servidor al menos no lo hará. Me precio de conocer la Historia de este país como para “jugar con fuego”. Pero bien hará nuestra Monarquía en cubrirse las espaldas con una buena manta de sensatez y cordura. Corren malos, malísimos tiempos, para muchas familias españolas. Para un padre de familia que no puede alimentar a su “prole”, o un joven que no encuentra la salida a su insostenible situación socio-económica, la “Cacería” le termina “pegando un tiro” en el epicentro de sus sentimientos. Columnistas de prestigio argumentan que depende de la Monarquía española –solo de ella- reconducir por vía de urgencia esta situación. A lo largo de mi vida –dada mi poca inclinación al fetichismo- solo me he preocupado de coleccionar dos cosas: amigos y elefantes en miniatura. En fin, para que seguir. Vuelvo al principio de este Toma de Horas “real”: “Yo pegué un tiro / cayó en la arena / confianza en el hombre / no hay quien la tenga”. ¡Que difícil es imaginar este país sin que siempre salgan a relucir las escopetas!

No hay comentarios: