martes, 3 de abril de 2012

Toma de aguas



El reloj de mi ordenador marca en este momento las 20:23. A mi espalda escucho en una televisión local que la Hermandad del Dulce Nombre –la última en el orden de salida del Martes Santo- tampoco hará su Estación de Penitencia. La triste experiencia del año pasado creo que habrá sido determinante. ¡Se jodió un año más el tercer día de la Semana Santa! Nos ha tocado vivir de nuevo un triste, lluvioso y aciago Martes Santo. Ayer estuve en el emotivo traslado del Señor de Pasión a su esplendido trono de plata ambulante. A la vuelta para mi “cueva” cogí una “mojá” de las que, inevitablemente, terminas buscando paracetamol en la Farmacia de Cristóbal. Esta mañana me pasé por San Nicolás con el triste –y posteriormente confirmado- presentimiento de que este año tampoco los vería deambular por la Alfalfa. Mi hija no pudo este año vestir y lucir su túnica blanca debido a su avanzado estado de gestación (¡gestación, que bonita palabra para que nadie osara interrumpirla!). Tenía previsto no reanudar los “Toma de Horas” hasta que transcurriera esta esperada y soñada Semana. Esto es un breve paréntesis para intentar darle un regate emocional a la lluvia. Lo que ahora procede –quienes todavía podemos- es tomar amorosamente la calle. No se lo que nos deparará el resto de los días semanasanteros y más concretamente mi Jueves Santo pasional. Me entero por Internet que ha fallecido Antonio Mingote, un verdadero genio de la ilustración gráfica. Dicen que estuvo dibujando sus magnificas viñetas en el Diario “ABC” hasta sus últimos días terrenales. Grande, muy grande, este Antonio de tertulias madrileñas y amores patrios de hondas raíces culturales. Andrés Iniesta -¡qué lujo de jugador!- le acaba de marcar el tercer gol al Milan. No me apetece, ni procede, seguir hoy “tomándole las horas” a esta Ciudad cuando la desesperanza –una vez mas- ha tomado forma disfrazada de nubarrones y lluvia. Corren malos tiempos para casi todo y encima se nos sustrae la posibilidad de tomar amorosamente calles y plazuelas. No pasa nada. Al final, el tiempo se encarga de subsanarla todo. Lo dice una letra del Flamenco: “Nadie hable mal del día / hasta que la noche llegue / yo he visto mañanas tristes / tener las tardes alegres”. No desesperemos que esta mágica Historia –nuestra Semana Mayor- tiene ya varios siglos sobre sus espaldas. Nada nuevo bajo un sol ausente que –desgraciadamente- ahora se resiste a asomarse por la cornisa del Aljarafe.

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