lunes, 10 de febrero de 2014

Dile que vuelva mañana





Con la aldaba de su puerta
dieron dos golpes secos.
Un sonido inmisericorde
que le anunciaba:
“Venga que ya toca”.

En el reloj de la Torre
dieron las doce en punto.
Mientras, las monjas de
San Agustín rezaban a coro
por él un “Ave-María”.

El goteo de la fina lluvia
era como lágrimas del cielo
cayendo sobre el patio.

Suspiraba por atrapar
su último halo de vida.
No quería marcharse
sin conocer la verdadera
faz de su Ciudad.

Armándose de valor
y antes de que abrieran
la puerta
dijo con voz firme:
¡Dile que vuelva mañana!

Tenía todavía cosas
pendientes por hacer.
A Dios no le importaría
concederle una prorroga.

El Cielo siempre puede esperar.

(de “Tiempo de Incertidumbre” -2013)

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