domingo, 9 de febrero de 2014

Lectoras


Las encuestas, en cuanto a personas que leen libros asiduamente se refieren, son bastante elocuentes sobre el particular: las mujeres leen más que los hombres y el porcentaje está aumentando cada día. Doy fe de este hecho en mis diarios paseos por los transportes públicos sevillanos. Las poquísimas personas que van leyendo algún libro en el autobús y/o en el tren son mujeres.  La media de edad de estas lectoras debe rondar entre los treinta y los cuarenta y cinco años. Por una, creo que malsana, curiosidad intelectual me gusta intentar averiguar que tipo de libro van leyendo en el trayecto. En muchas ocasiones son libros de un gran calado intelectual y que nada tienen que ver con el dudoso y complejo mundo de los “Best-Sellers”.  Por el marca-paginas observo que muchos de estos libros están próximos a ser “devorados” en su totalidad. Cosa que, como  pertinaz y devoto lector, me llena de satisfacción. En Andalucía en ciertos periodos históricos -no tan lejanos en el tiempo- el índice de analfabetos integrales era demoledor (entre las mujeres ni les cuento). Recuerdo que durante mi etapa de “ardores guerreros” en Ceuta estuve colaborando activamente en una campaña de alfabetización. Pude constatar con cierto pesar que el setenta por ciento de los soldados analfabetos eran andaluces y el treinta por ciento restantes extremeños. No encontramos un solo vasco, catalán, castellano o aragonés que no supiera leer y escribir. Son las contradicciones de nuestra querida y maltratada Andalucía: le dimos a la Historia de la Literatura poetas tan memorables como Becquer, García Lorca, Antonio Machado, Luis Cernuda, Rafael Alberti o Vicente Aleixandre y les negamos a muchos andaluces la posibilidad de leerlos. Las mujeres que quieren y son capaces de superar las numerosas trabas que todavía encuentran a su paso representan el futuro.  Lo ideal sería que fuera compartido con hombres dispuestos a enlazar sin tapujos derechos y deberes.  Que lean más libros que los hombres y menos periódicos que ellos es un dato a tener en cuenta. Viven el presente soñando con un futuro donde la Literatura es una herramienta de enorme valor. El gran error del feminismo más radical ha sido pretender “masculinizar” a las mujeres para terminar desvirtuando el verdadero destino de los seres humanos.  Mujeres y hombres unidos por causas comunes y separados por unos aspectos que determinan que todo lo mueva el mágico universo de la atracción. Ellas todavía no han perdido del todo un necesario ejercicio vivencial de utopía. A la postre nosotros nos hemos contentado con militar en las filas del pragmatismo.  Cada vez que una mujer cierra un libro y empieza uno nuevo está abriendo de par de par las celdas de la ignorancia. Las mismas donde estuvieron presas sus abuelas.

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