viernes, 21 de febrero de 2014

Vidas secuestradas





Coincido en el autobús con la hija de unos vecinos que además de serlos y buenos son también amigos. Hacía tiempo que no veía a Noelia y dada su edad (31 años) la suponía emancipada del hogar, dulce hogar, de sus progenitores. Nada más lejos de la realidad. Me cuenta que desde que terminó con éxito sus estudios universitarios anda pegando tumbos buscando trabajo en cualquier cosa que le sale. En la actualidad me dice que trabaja en una zapatería donde está contratada a razón de cuatro horas diarias (en realidad trabaja ocho y le pagan seis). Hace tres años se fue a vivir con su novio (licenciado universitario como ella) a un piso de alquiler pero, al perder ambos sus trabajos eventuales, tuvieron que dejarlo. Ella se ha vuelto con sus padres y él se ha marchado a trabajar a Hamburgo. Vidas secuestradas por unos dirigentes que tan solo dirigen sus espurios intereses. A través de los medios y, lo más importante, de testimonios personales y directos nos llegan infinidad de casos donde se ha visto truncado el presente y el futuro de muchísimas personas. Noelia responde al perfil de una mujer joven preparada, muy preparada, con una excelente educación y con las ideas muy claras de cómo afrontar la vida y sus posibles consecuencias.  Son de esas mujeres jóvenes que se nos reafirman –y se reafirman ellas mismas- como una generación de españolas única, irrepetible y…perdida.  ¿Quién o quienes les devolverán sus años tan bien empleados como perdidos? ¿Dónde les ha llevado su excelente formación¿  ¿En que libro político de reclamaciones deben estampar sus amargas quejas generacionales?  El saqueo a que ha sido sometido nuestro país nos ha traído unas consecuencias colaterales absolutamente demoledoras.  No hay brotes verdes ni luz al final del túnel. Nada volverá a ser como antes.  Estamos instalados en una burda mentira. Todo está enmarañado en una gran farsa donde a los ciudadanos se le trata, de manera permanente, como idiotas integrales. El desprestigio de una parte considerable de nuestra clase política, empresarial y sindical avanza de manera imparable.  Nadie se preocupa de los problemas de gente como Noelia.  Secuestran y asaltan vidas como los antiguos salteadores asaltaban las diligencias y secuestraban a sus ocupantes.  Se lo llevan todo, absolutamente todo, y solo nos dejan nuestro desosiego y nuestra innegociable capacidad de poder rebelarnos.  Si también -la rebeldía- la perdemos, estaremos irremediablemente secuestrados y perdidos  de por vida.  

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