Ya tocaba. Han sido muchos años de paupérrimo caminar atados a la obsoleta teoría loperiana de los 42 punto para la permanencia. Afortunadamente estos son otros tiempo más acorde con lo que representa el Equipo verdiblanco. La Ciudad en general y los béticos en particular necesitaban un cierto equilibrio entre los dos Equipos hispalenses que en estos últimos años brillaba por su ausencia. Ha ganado el Betis su tercera Copa del Rey y esto nos sitúa a los que soñamos y sentimos en verdolaga a las puertas de la Gloría. En días tan señalados como este siempre me acordaré con especial cariño de mi Tío Antonio. Él fue quien me hizo socio del Betis cuando tenía ocho años de edad y se preocupó de mostrarme que ser bético era una de las cosas más importantes que se puede ser en la vida. Siempre, eso si, desde lo sentimental y dejando al margen cualquier atisbo de fanatismo. Me decía que mal nos iría a los béticos si nuestras alegrías solo provenían de las derrotas del eterno rival. Que no se trataba de ser de por vida anti-sevillista sino, simple y llanamente, ser un buen bético. Ahora se abre en el Betis una etapa ilusionante donde habitar las alturas de la Clasificación se va a convertir en una obligación. Ese es el camino: ambición y exigencia. Sabemos que lo bueno siempre estará por llegar y, a qué negarlo, esto te hace más llevadero el caminar por mundos tan hostiles como los que nos rodean. Ahora toca gozar de este mágico momento. Dice una letra del Flamenco:
“No llores hermana mía
que en la casita del pobre
nunca reina la alegría”.
Hoy, si o si, en la casa de los béticos manda la alegría. Hoy somos CAMPEONES
No hay comentarios:
Publicar un comentario