Obviando civilizaciones muy remotas en el tiempo Sevilla, en la Historia de la Ciudad y sus habitantes, se fragmenta en cuatro originarias dimensiones. A saber: la musulmana, la romana, la judía y la cristiana. Todas nos dejaron formas y conceptos que permanecen hasta nuestros días. Venimos de un caleidoscopio variopinto y multicolor que en las distancias cortas va marcando nuestra forma de pensar y proceder. Puede que sea cierto que la Ciudad que guarda más consonancia con Sevilla sea Roma. Muchos trianeros que visitaban Roma por primera vez y lo hacían acompañando al Cachorro por tierras de Julio César (y también de Calígula) se quedaron impresionados por la similitud entre ambas ciudades. Aunque cuando llueve en Sevilla con cierta intensidad y se forman los molestos e inevitables charcos no le podemos negar un cierto parecido con Venecia. Sevilla, Roma y Venecia. Tres ciudades y un solo destino: la excelencia.
Este pasado miércoles la tromba de agua caída en la Ciudad por la mañana fue de absoluto órdago. Nos cuentan que hacia 28 años que no caían sobre Sevilla tantos litros de agua en un periodo de tiempo tan corto. Por cosas del destino ese día tenia una cita con Miguel Ángel mi podólogo y que a la postre siempre me supone los 25 euros mejor gastados del mes. Gran profesional y mejor persona que nos atiende solicito (siempre está a nuestros pies) en el Campo de los Mártires. Si a la ida la lluvia ya me castigó de lo lindo a la vuelta ya fue un disloque. Calles céntricas anegadas y donde no mojarse los pies resultaba prácticamente imposible. Esa calle Águilas que a trancas y barrancas nos lleva al paraíso de la Plaza de la Alfalfa. Con tramos de acera de 40 o 50 centímetros y donde al paso de los coches te tienes que pegar a las paredes como las salamanquesas. El paraguas se desplazaba a merced del viento y se resistía a proteger mi cuerpo (que en definitiva era su cometido). Mientras maldecía entre dientes intenté sosegarme un momento y no dejaba de preguntarme: ¡¡ Que bien nos vendría estos días lluviosos por nuestras calles céntricas algún gondolero!! Remando a bordo de su góndola con su camiseta rayada de manga larga y cantando a pleno pulmón el “O sole mío”. Lo de la lluvia fina en nuestra Ciudad ya parece ser que ha pasado a mejor vida. Ahora llueve muy poco pero cuando lo hace son tremendas descargas proveniente de la ira de los doce dioses del Olimpo. Ese es el inconveniente de adorar a tantos dioses: nunca se ponen de acuerdo y al final el tiempo se cabrea. Aquí siempre nos bastó con un solo Dios y al que siempre podemos visitar en la Plaza de San Lorenzo. Se dice que la lluvia en Sevilla es una maravilla. Poco o nada que objetar pero a ser posible que llueva más suave.
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