La vida suele ser corta y la memoria sentimental todavía más. Todo aquello que se planteaba como eterno muchas veces dura lo que un suspiro en el aire. Como diría el llorado y recordado Paco Gandía…..”menos que una saliva en una plancha”. Amor o amistad eterna. Hasta que la muerte nos separe. Un trabajo para toda la vida. Hogar, dulce hogar. Compañero del alma, compañero. Todos son conceptos que no pocas veces son manipulados y alterados por las circunstancias, los procesos evolutivos o simplemente por la intersección divina o las fuerzas del destino. Nada es seguro y firme salvo aquello que nos hace crecer como personas en los aconteceres cotidianos. Aprendemos a través de nuestros errores y con demasiada frecuencia volvemos a tropezar en las mismas piedras de antaño. Si a todos nos mostraran una película con nuestras distintas etapas existenciales, seguro que seríamos los primeros sorprendidos de cómo fuimos y lo que somos. Es ley de vida y sin duda una batalla sentimental pérdida de antemano. No está bajo nuestra voluntad el controlar algunas de sus variantes. La niñez, la juventud, la madurez y la vejez, son eslabones que se engarzan en una cadena humana/sentimental y que determinará en definitiva el triangulo de la personalidad en sus tres vertientes. A saber: quienes creemos que somos, quienes dicen los demás que somos y lo que somos en realidad. Lo prudente es pensar que todo es relativo y el ejercicio de vivir es sumamente complejo y simple a la vez. Vivir consiste en aprender de manera permanente de todo y de todos. Sembrar la semilla de la decencia, la bondad y la solidaridad. Para los creyentes, buscar a Dios desde nuestros actos y con la esperanza que nos otorga nuestra Fe.
Lamentar la imposible trascendencia que algunos seres humanos persiguen, desde la más absoluta ingenuidad, atesorando preferentemente en su vida bienes materiales. Intentando con ellos el agradecimiento de sus herederos y beneficiarios y que los mismos le proporcionen un habitáculo eterno –dentro de la memoria sentimental- en los días que estarán por llegar. Craso error. Basta repasar someramente a nuestro alrededor y vemos cuantos, a la muerte de sus progenitores, se taparon un ojo, se pusieron una pata de palo y cambiaron su mano por un garfio. Tenían prisa por desvalijar sin piedad el arca del camarote del capitán fallecido. Se dirá que en los procéselos mares de la vida no todo es pirateo. Bien cierto es, pero una vez encontrado el mapa del tesoro ¿quien se resiste a no navegar a toda vela para encontrarlo y pulirlo por la vía rápida?
Cada vez que visito un cementerio (que aunque sea de acompañante y con billete de ida y vuelta, cuanto menos mejor) me llama la atención cuando contemplo alguna sepultura y leo….”Tu esposa, hijos y nietos nunca te olvidaremos”. Esto se lee muchas veces con dificultad por la cantidad de mugre y abandono que contiene la misma. Habría que añadir en la lápida a continuación de……”nunca te olvidaremos”. P.D. “Si lo hacemos no nos lo tenga en cuenta que tu nos criaste con aquello de…..el muerto al hoyo y el vivo al bollo”.
Si se dispone de tiempo libre, es absolutamente recomendable pasear pausadamente por el mercadillo de los jueves en la calle Feria. Podrán observar en el suelo -encima de viejas y sucias sabanas- medallas y condecoraciones de carácter militar, civil o religioso. Las mismas que un día consiguieron humedecer los ojos del que la recibía y de su entorno familiar. Con el tiempo alguno de sus herederos se planteó …”para que co…..queremos las medallitas del abuelo”. Al final déle usted un euro al chamarilero y se la dará complacido. En un ejercicio vivencial cambiará honores por una litrona. Cuando se guarde la medalla, posiblemente transporte usted en su chaqueta el momento más importante de una persona a la que nunca conoció.
Otra cuestión que siempre me llamó la atención en el citado mercadillo es la cantidad de fotos antiguas enmarcadas. Matrimonios recien casados retratados en blanco y negro. Ella sentada. Él de pié a su derecha. A la izquierda, en un plano más alejado, un enorme macetero. O bien soldados de regulares que desde el fondo de sus ojos parecían preguntarnos…¿Cuándo co.. saldré yo de este infierno?. Niños/as de primera comunión con las manos entrelazadas donde colgaba un rosario y hoy ya posiblemente ancianos/as colgados/as de un hilo en sus existencias. La pregunta que siempre me hago es..¿Quién vende o se desprende de estas fotos y que utilidad les da quienes las compran? Enigmas del ser humano que es de lo mas complejo que imaginarse pueda. También están los libros usados, esperando encontrar un nuevo lector que amorosamente vuelva a rozar sus páginas con la yema de sus dedos. Algunos contienen dedicatorias llenas de cariño que el tiempo casi ha difuminado. Un día compré por muy pocas monedas una edición de “Ocnos” de Luís Cernuda. Contenía una hermosa dedicatoria con una letra hermosísima en su primera hoja. Decía así….”Con todo mi cariño, para que cuando leas este hermoso libro seamos todavía más inseparables”. Cuando lo hojeaba y ante la sospecha de que lo dejará de nuevo en el suelo, me dijo el chamarilero…”deme usted lo que quiera y se lo lleva”. Me lo llevé a pesar de tenerlo ya en mi biblioteca. No solo me llevaba un libro con las mas hermosas páginas escritas sobre esta Ciudad, también me llevaba una historia de amor que el paso del tiempo se encargó de ponerle un punto y final.
¿Trascendencia? ¿Honores? ¿Relevancia? ¡No seamos ilusos! Nada es eterno y todo es mutable. La vida gira y gira y en algunas de las vueltas nos caeremos al vacío. Dejaremos una semilla que el tiempo dirá si cuajó o los aires del otoño la esparcieron por los senderos del olvido. Lo que resulta evidente es que de nosotros -nada más que de nosotros- y de nuestra actitud humana, espiritual y sentimental va a depender que la semilla arraigue y se dimensione hacia los demás.
Lamentar la imposible trascendencia que algunos seres humanos persiguen, desde la más absoluta ingenuidad, atesorando preferentemente en su vida bienes materiales. Intentando con ellos el agradecimiento de sus herederos y beneficiarios y que los mismos le proporcionen un habitáculo eterno –dentro de la memoria sentimental- en los días que estarán por llegar. Craso error. Basta repasar someramente a nuestro alrededor y vemos cuantos, a la muerte de sus progenitores, se taparon un ojo, se pusieron una pata de palo y cambiaron su mano por un garfio. Tenían prisa por desvalijar sin piedad el arca del camarote del capitán fallecido. Se dirá que en los procéselos mares de la vida no todo es pirateo. Bien cierto es, pero una vez encontrado el mapa del tesoro ¿quien se resiste a no navegar a toda vela para encontrarlo y pulirlo por la vía rápida?
Cada vez que visito un cementerio (que aunque sea de acompañante y con billete de ida y vuelta, cuanto menos mejor) me llama la atención cuando contemplo alguna sepultura y leo….”Tu esposa, hijos y nietos nunca te olvidaremos”. Esto se lee muchas veces con dificultad por la cantidad de mugre y abandono que contiene la misma. Habría que añadir en la lápida a continuación de……”nunca te olvidaremos”. P.D. “Si lo hacemos no nos lo tenga en cuenta que tu nos criaste con aquello de…..el muerto al hoyo y el vivo al bollo”.
Si se dispone de tiempo libre, es absolutamente recomendable pasear pausadamente por el mercadillo de los jueves en la calle Feria. Podrán observar en el suelo -encima de viejas y sucias sabanas- medallas y condecoraciones de carácter militar, civil o religioso. Las mismas que un día consiguieron humedecer los ojos del que la recibía y de su entorno familiar. Con el tiempo alguno de sus herederos se planteó …”para que co…..queremos las medallitas del abuelo”. Al final déle usted un euro al chamarilero y se la dará complacido. En un ejercicio vivencial cambiará honores por una litrona. Cuando se guarde la medalla, posiblemente transporte usted en su chaqueta el momento más importante de una persona a la que nunca conoció.
Otra cuestión que siempre me llamó la atención en el citado mercadillo es la cantidad de fotos antiguas enmarcadas. Matrimonios recien casados retratados en blanco y negro. Ella sentada. Él de pié a su derecha. A la izquierda, en un plano más alejado, un enorme macetero. O bien soldados de regulares que desde el fondo de sus ojos parecían preguntarnos…¿Cuándo co.. saldré yo de este infierno?. Niños/as de primera comunión con las manos entrelazadas donde colgaba un rosario y hoy ya posiblemente ancianos/as colgados/as de un hilo en sus existencias. La pregunta que siempre me hago es..¿Quién vende o se desprende de estas fotos y que utilidad les da quienes las compran? Enigmas del ser humano que es de lo mas complejo que imaginarse pueda. También están los libros usados, esperando encontrar un nuevo lector que amorosamente vuelva a rozar sus páginas con la yema de sus dedos. Algunos contienen dedicatorias llenas de cariño que el tiempo casi ha difuminado. Un día compré por muy pocas monedas una edición de “Ocnos” de Luís Cernuda. Contenía una hermosa dedicatoria con una letra hermosísima en su primera hoja. Decía así….”Con todo mi cariño, para que cuando leas este hermoso libro seamos todavía más inseparables”. Cuando lo hojeaba y ante la sospecha de que lo dejará de nuevo en el suelo, me dijo el chamarilero…”deme usted lo que quiera y se lo lleva”. Me lo llevé a pesar de tenerlo ya en mi biblioteca. No solo me llevaba un libro con las mas hermosas páginas escritas sobre esta Ciudad, también me llevaba una historia de amor que el paso del tiempo se encargó de ponerle un punto y final.
¿Trascendencia? ¿Honores? ¿Relevancia? ¡No seamos ilusos! Nada es eterno y todo es mutable. La vida gira y gira y en algunas de las vueltas nos caeremos al vacío. Dejaremos una semilla que el tiempo dirá si cuajó o los aires del otoño la esparcieron por los senderos del olvido. Lo que resulta evidente es que de nosotros -nada más que de nosotros- y de nuestra actitud humana, espiritual y sentimental va a depender que la semilla arraigue y se dimensione hacia los demás.
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