lunes, 7 de diciembre de 2009

Alcalde bueno: ¿buen Alcalde?

Por los mentideros sevillanos se barrunta que el actual Alcalde de nuestra Ciudad, don Alfredo Sánchez Monteseirín, no será el próximo candidato por el PSOE a la Alcaldía sevillana. Como ocurre en estos casos, se lanzan globos sondas que reboten por las esquinas de calles y plazas para comprobar el calado de los mismos. Ya conocemos aquello de:..”según se comenta por fuentes bien informadas”; “dicen que el Partido considera conveniente buscar un relevo para asegurar la Alcaldía de Sevilla”; “Alfredo está ya muy quemao y hay que buscarle sustituto”.

Sánchez Monteseirín, quizás curándose en salud, comentaba hace unos días que con el paso del tiempo le gustaría ser recordado como un Alcalde honesto y trabajador. Delo por hecho. Cuantos le conocen en profundidad argumentan que la honradez, la bondad y el espíritu de sacrificio no resultan ajenos a su personalidad. No seré yo quien ponga en duda estos loables méritos que adornan su persona. Esto se lo dejo a otros que desde las ventanas del sectarismo y el oportunismo, se asoman cada día a las calles de Sevilla para comprobar si ya está su figura política tumbada por los suelos. Son los “Depositarios de las Esencias” de nuestra Ciudad que bailan cual monos de ferias al dictado de sus dueños mediáticos. Allá cada cual con su película impregnada de filias y fobias. Que duda cabe que a usted –don Alfredo- (y disculpe la grosería) algunos asesores y gerentes nombrados por su augusta persona le han dejado con el “culo al aire” y, que han terminado saqueando los erarios públicos que encontraron a su paso.
Dicho esto, no tengo reparos en reconocer que usted es un Alcalde bueno (buena gente como decimos por estos andurriales de sangre y luz). Pero si desde mi óptica personal tengo que manifestarme sobre su gestión política al frente de la Ciudad, no tengo más remedio que admitir que le pongan con los brazos en cruz, con dos gruesos libros en cada mano y de cara a la pared (así nos ponían de niños en el Colegio San Diego y en el Mesón del Moro). Bueno, mejor para adaptarnos a los tiempos educativos que corren, bastará con ponerle como nota un Insuficiente en su asignatura de “Teoría y Práctica de Sevillanía Aplicada”. Cero patatero que diría un castizo. ¿Qué ha sido usted el peor Alcalde de la Democracia en Sevilla?. Sinceramente no sabría decirle. Otros tampoco se han lucido precisamente.

Las madres y abuelas de mi –nuestra- generación tenían una obsesión compulsiva para sustraernos de las malas compañías. No estaban exentas de razón. Sabían que una mala influencia se puede cargar un devenir lleno de buenas intenciones. Creo que ese ha sido el auténtico “quid de la cuestión” de su mandato municipal. Tuvo usted que caminar con una “china” en su zapato izquierdo a la que llamaremos IU y, en el derecho, otra a la que podemos llamar el Sector X de su propio Partido. Así es imposible caminar ni por los caminos de la vida y mucho menos por los de la política. Le pudo la indolencia y la pusilaminidad y por tanto no debe extrañarle que emulando el título de una película del genial Sam Peckinpah, digan ahora al unísono:”Quiero la cabeza de Alfredo García”.

Así funciona este Circo de la política, y seguro que con los muchos años que lleva usted ejerciéndola no le puede extrañar en absoluto.

No existe en política un cargo con una proyección más cercana a los ciudadanos que el relacionado con el ámbito municipal. Un buen Alcalde es aquel que prioriza el bienestar del conjunto de los ciudadanos de su Ciudad (veánse casos tan dispares en lo ideológico, pero tan cercanos en los resultados, como los de Anguita en Córdoba y Ruíz Gallardón en Madrid). Debió usted –don Alfredo- hacer una paraita en la Placita de Doña Elvira, sentarse pausadamente en un banco de la misma, y sacarse sin complejos las “chinas” de sus zapatos. Luego a caminar al frente de los sevillanos, haciendo una gestión política para –y con- ellos. La gente sabe apreciar cuando los políticos atraviezan las estrechas lindes de sus partidos para acercarse a los problemas reales de la ciudadanía. Sólo a través de la valentía política y el compromiso social -de verdad- con el sevillano/a forjado en el día a día, se consigue el pasaporte para ser recordado con cariño cuando sólo seamos retazos de la Memoria de la Ciudad.

Ignoro si su Partido volverá a apostar por usted como candidato a la Alcaldía, o por el contrario pasará a formar parte del “Cementerio de los elefantes políticos” instalado en la Vieja Europa. A pesar de que en el único contacto que tuve con su persona –para un asunto de simple justicia flamenca- no tuve buenas vibraciones posteriores, le deseo toda la suerte del mundo. Bien nuevamente como Alcalde –Dios nos libre (con perdón) de un nuevo Pacto de Progreso para la Ciudad-, bien como Jefe de la Oposición Municipal (ahí la verdad me cuesta trabajo situarlo) o, discurriendo por la bella Bruselas como conseguir sacarnos de esta profunda crisis, sin que se vayan de rositas los buitres de la política y la finanzas que la han provocado. Trabajando –como buen socialista- por las más desfavorecidos, y a los que le han quitado de las manos el pan de sus hijos.

Lo dicho, suerte, mucha suerte, y siga usted siendo buena gente que dicho sea de paso no es cuestión baladí. Puede –nada es descartable a priori- que los que le sucedan en la Alcaldía sevillana terminen por hacerlo bueno políticamente. Esperemos que esto no suceda por el bien de esta Vieja Dama que esta harta de “pelar la pava” con gente que ni la quieren, ni la miman y mucho menos la cuidan. Como dice una letra flamenca:

Dale cuartelillo al tiempo
que el tiempo lo arregla tó;
yo he visto nubes mu negras
rompela un rayo de só.

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