viernes, 11 de diciembre de 2009

Carta abierta a Aminetu Haidar


Estimada, valorada y respetada Señora:

En primer lugar mostrarle mi solidaridad más absoluta ante la noble lucha que ha emprendido, poniendo en riesgo su propia vida. Puedo asegurarle que nadie con nobles sentimientos, y que nota que el corazón le hace tic-tac ante las emociones solidarias puede permanecer indiferente ante su -ya largo- calvario en busca de la emancipación de sus gentes.

Pero evidentemente usted sabe mi querida y valorada amiga que esta Historia arranca desde muy atrás. Concretamente cuando el gobierno español de la época en un acto de mezquindad histórica abandonó a su suerte al pueblo saharaui. Fue concretamente en febrero de 1976 cuando abandonaron el Sahara las últimas tropas españolas, dejándolos a ustedes a merced de marroquies y mauritanos. Lo importante era salir de allí de prisa y corriendo y la soñada independencia dejarla depositada en el baúl de las infamias históricas.


De aquellos barros vienen estos lodos. Hoy usted simboliza una lucha que se nos antoja eterna en defensa de las legítimas aspiraciones del pueblo saharaui. No le importa poner en serio peligro su vida para conseguirlo y en ello se encuentra actualmente. Estamos todos los demócratas con usted y con sus nobles aspiraciones.


Pero desde Sevilla, Ciudad Tartesia, Romana, Mora y Cristiana, quiero –queremos- hacerle un ruego: no se nos muera por favor. Lideres como usted deben estar vivos y prestos para la pelea. Los mártires son absorbidos por sus verdugos que descargan sobre los primeros cualquier sentido de culpa. La Historia está llena de ejemplos en ese sentido. No crea que no ha conseguido usted ya bastante. Su noble gesto no ha caido en saco roto. Para nada. Posiblemente se haya escrito y hablado más del pueblo saharaui estos días que en los últimos años. Si, ya se que ha dejado escrito ante notario que cuando no sea dueña de sus facultades mentales no la alimenten en ningún hospital.

Viva, viva querida Aminetu y no le quepa duda que ya ha puesto usted a los gobiernos español y marroquí contra las cuerdas. Lo decía el gran poeta Gustavo Adolfo Bécquer :….!Dios mío, que solo se quedan los muertos!. Viva pues apreciada amiga y cuéntele al mundo –ahora le abrirán todas las puertas- la situación de ignominia que padece su pueblo.

Así lo deseo y desde mi posición de creyente se lo pido a mi Dios.

Un fuerte abrazo.

En Sevilla a jueves diez de diciembre del 2009..

Juan Luis Franco – Escritor e historiador sevillano.

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