lunes, 21 de diciembre de 2009

" El Boletin "


Era la tarde de un sabado de diciembre. Al nefasto 2009 sólo le quedaban horas para decir su adios definitivo. Estaba solo en su casa. Su gente estaban en distintos quehaceres en el exterior. Resolviendo los avatares de las compras navideñas y que a él le resultaban cansinas y farragosas. Cortitas por la crisis pero necesarias. Todo le hacía presagiar que serían unas horas las que permanecería en una soledad no propiciada pero pensaba que: …." a nadie le amarga un dulce".
Buscó en su biblioteca y se dio de bruces con un pequeño libro que le había regalado un amigo de sentires. Era de Félix González de León y se titulaba "Historia Crítica y Descriptiva de las Cofradías de Penitencia, Sangre y Luz. Fundadas en la Ciudad de Sevilla".

Tenía la inveterada costumbre de leer con música tenue de fondo. Vio propicia para la ocasión una obra del Coro de la Capilla del Tenor Joaquín Ruíz ……"Ese hombre que camina es …Jesús del Gran Poder".

Ya había formalizado el escenario perfecto: soledad, lectura historicista sobre Sevilla y sus Hermandades y cantos espirituales en homenaje al que nos espera en San Lorenzo. Sólo quedaba confiar que no llamara a su puerta un agente inmobiliario por si quería vender su casa. O una pareja de educados Testigos de Jehová ofreciéndole la salvación de su alma dejándole un par de folletos. Que tampoco sonara el teléfono con alguna propuesta para cambiarle la telefonía (por cierto: ¿por que ahora no llaman desde los bancos ofreciéndote préstamos a discreción y abonables en tan solo 24 horas?. ¿Dónde ha ido a parar el dinero que tan generosamente les dió nuestro Gobierno?).

Afortunadamente sus ruegos fueron atendidos. Nadie rompió su añorada soledad. En menos de una hora dio cuenta del pequeño y sabroso libro con la promesa en firme de una segunda lectura. Casi de manera milagrosa la obra musical tocaba a su fin. El último tema eran los sones de Soria-9 en un claro homenaje al Señor de Sevilla.

Miró la calle desde su terraza. Ya la tarde estaba perdiendo paulatinamente su dulce fulgor. En el horizonte se adivinaba la cornisa del Aljarafe. Cerró los ojos y le pareció oler a mosto y a pan de pueblo recien hecho. Pronto la fría noche sería quien ganase la última batalla al día. ¡Siempre las tinieblas amenazando con robarnos nuestro haz de luz!. Todo, en unos minutos afortunadamente, volvería a la cotidianidad familiar. Se entretuvo en ordenar el ya voluminoso revistero. Fue apartando aquellos periódicos que el paso voraz del tiempo hacía viejo a las pocas horas de publicarse. También hizo lo propio con suplementos dominicales con viajes a la Antártida y una y mil maneras de mantenerse jóven. Ordenó para su Archivo las revistas de Historia, de Literatura y las dedicadas a la Semana Santa.

Casi al final y sin esperarlo encontró un Boletín antiguo de su Hermandad. Aquel que le citaba para la papeleta de sitio. Que notificaba los hermanos que ya no estaban entre nosotros. Con fotos de sus titulares en los Cultos internos. Dándonos recomendaciones para el buen discurrir de nuestra Hermandad en la calle. Las advertencias mil veces leídas y aplicadas: ….." acudirá a la Hermandad en silencio y por el camino más corto"; …."durante el desarrollo de la procesión no volverá la cabeza, no hablará con nadie, guardará la debida compostura y acatará en todo momento las instrucciones que le de su celador de tramo".

No pudo evitar esbozar una sonrisa recordando los momentos pasados y de los que el Boletín fue un feliz prólogo. ¡Y pensar que dentro de poco se pondría en marcha de nuevo la mágica rueda de los preámbulos del gozo semanasantero!. Una nueva Semana Santa que nace y muere entre la arboleda (perdida y recuperada cada año) de la Plaza de San Lorenzo.

Sin pensarlo dos veces besó suavemente la contraportada donde figuraba la Virgen de sus amores. Y ya le sonó la campana en forma de porterillo electrónico. Escuchó una voz que era sangre de su sangre:……"Papá baja a ayudarnos que traemos bolsas del……. "

Mientras esperaba el ascensor no pudo evitar pensar que: "Soledad no es estar solo, soledad es no tener recursos sentimentales para hacerla felizmente habitable".

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