miércoles, 2 de diciembre de 2009

La politización de nuestra Historia.



Ha habido épocas históricas –posiblemente demasiadas- donde las palomas daban un rodeo para no tener que sobrevolar nuestra Piel de Toro. Situaciones donde las personas simplemente honestas y decentes –independiente de sus manera de pensar y sentir- el levantarse cada mañana y poner sus pies en una tierra enfangada por el odio y el rencor era todo un sacrificio. Parecía que con la modélica Transición y con los fusiles de la venganza guardados en la armería de la reconciliación, este país nuestro podría avanzar en paz y concordia. Fraga, Carrillo, Suárez (por cierto resulta indecente que ahora algunos dirigentes de izquierda y derecha digan de él que fue un hombre clave para la consolidación de la Democracia. ¡Con la leña que le dieron –desde todos los frentes- mientras gobernaba!), Felipe González y algunos más entendieron que había que negociar la Transición con dos elementos fundamentales. A saber: no poner a los muertos (de uno y otro bando) encima de la mesa y ceder cada uno una parte de sus presupuestos ideológicos. Así se hizo, sin tapujos y dobleces, y a la vista quedó tan esperanzador y fructífero resultado. El Presidente González, que a la postre se nos presenta como el político español mas interesante del Siglo XX (teoría que suscriben gente tan poco sospechosas de pertenecer al puño y la rosa como Luis María Ansón o Nicolás Salas, entre otros muchos), supo tomar el relevo del camino emprendido por Adolfo Suárez y desarrollar una ingente tarea en algunas cuestiones fundamentales. Es decir: modernizar las estructuras económicas y sociales de España. Alejar definitivamente el ruido de sables de los cuarteles. Integrar a España en Europa. Reivindicar (sin tantas alharacas) la memoria de los represaliados por el franquismo. Creando medidas económicas y sociales que restituyeran las difíciles y crueles condiciones padecidas por los represaliados y sus familias. Se consideró (que menos) como períodos cotizables los años de cárcel. Se propició el retorno de muchos exiliados que quisieron volver a su Patria, posibilitando su plena integración en la Sociedad española. Recordar los años de gobierno de Felipe González solo por el GAL o los casos de corrupción y malversación de fondos de la última etapa (lease Luís Roldán y Cía.) es tremendamente injusto tanto en el plano histórico como en el político-social (recientemente el Grupo municipal de IU en el Ayuntamiento de Sevilla, se negó a apoyar el nombramiento de Felipe González como Hijo Predilecto de la Ciudad. Es un ejemplo más de la mezquindad política a la que últimamente nos tienen tan acostumbrados algunos políticos españoles).

La Historia y los análisis de sus aconteceres es cosa de historiadores. Lo grave es que en lo concerniente a la Guerra Civil y sus funestas consecuencias, primero la “historiaron” los vencedores de la fraticida contienda, y en esta última etapa la están “historiando” los vencidos. “La Historia deja de ser una Ciencia cuando se politiza y se “interpretan” los acontecimientos según los intereses partidistas de cada cual” (cito textualmente a don Antonio Domínguez Ortiz, maestro de historiadores). Dejemos pues que hagan su trabajo los especialistas de la Historia, y a los que debemos exigirles dos cuestiones fundamentales, tan simples y básicas como: el rigor y la objetividad. La Verdad nos hará libres.

La Ley de la Memoria Histórica nació huérfana de contenido. Posibilitar que herederos de los “muertos por heridas de guerra” ( vilmente fusilados vamos) puedan recuperar los restos de sus familiares es lícito, humano y a todas luces justo. Así lo reconocía incluso el ya Ex-Cardenal de Sevilla. Pero mientras no se reconozca tácitamente y sin complejos que muertos hubo en los dos bandos se está adulterando la Historia. Lo que nos dejó perplejos fue que el Juez Garzón pidiera responsabilidades penales a los cabecillas de la Rebelión Militar de ¡1936!. Al final se percató que los mismos, ¡70 años después!, estaban todos muertos y se inhibió dejando el asunto en manos de los Juzgados Territoriales.

Lo de pescar en río revuelto ha quedado patente. Un grupo de izquierda que cada día tiene menos respaldo de la ciudadanía ¿Porque será?. Que además no se presentan en las elecciones con sus siglas históricas y si lo hace con un amalgama de letras y conceptos ¿porque será?. Se han puesto al frente cuál Cid Campeador contra los sarracenos franquistas. Se manda a hacer puñetas la difícil y equilibrada Transisión y “leña al mono”. Cuando se carece de alternativas políticas creibles y asumidas por los ciudadanos, propiciando que cada convocatoria electoral les suponga un nuevo descalabro político, cualquier “salida” ideológica vale. ¿Qué solo pueden gobernar a través de pactos legítimos pero antinaturales?. Pues nada, a mandar y ya de paso a resucitar los fantasmas del pasado a ver si así se gana algo de crédito político. Evidentemente reivindicar de verdad una salida democrática para el querido y sufrido pueblo cubano no entra en sus planes. Se descolgaron en muchas sedes los cuadros de Stalin, pero algunos se resisten a quemarlos históricamente y los tienen guardados en los cajones. Lo triste y lamentable es que están consiguiendo que vuelvan a llorar personas que hacia tiempo que no lo hacían. Lo dicho han conseguido –una vez más- que las palomas vuelvan a dar un rodeo antes de sobrevolar nuestra Piel de Toro.

P.D. Quién estas páginas pertrecha es hijo y nieto de socialistas republicanos. Él mismo se consideraría republicano si no existiera en España el “juancarlismo”, que a la postre ha significado para este sufrido país su mayor etapa de prosperidad, paz social y tolerancia (repasen la Historia española y ya me dirán si exagero). Pero no estoy dispuesto a coincidir políticamente con gente arribista que ayer propiciaron la caida de la II República (buscando la Dictadura del Proletariado) y hoy enarbolan la bandera de la III. ¡Menos lobos caperucita!.

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