martes, 4 de febrero de 2025

Luto en el Barrio de Santa Cruz


La muerte es una temida dama tenebrosa, implacable y taciturna.  Nunca duerme y siempre anda revoleteando por entre las vidas de los seres humanos.  Cuando te señala con el dedo y te pregunta si quieres bailar con ella ya sabes que no podrás negarte.  Ella  te tiene programado tu último baile existencial.  Elige a sus victimas de forma aleatoria y si bien es verdad que sus preferidas son personas de edad  avanzada tampoco le hace ascos a la  gente joven.  Le da igual tu sexo, tu clase social, tu edad, tu grado de belleza, tu generosidad  o el poco o mucho talento que hayas desarrollado en vida.  Te dice ven y ya tienes que dejarlo todo para siempre.  Esta Dama difícilmente concede segundas oportunidades.  En la madrugada del pasado sábado transformó  la Judería sevillana en una suerte de duelo compartido.  Creó una nube de humo tóxico que se llevó por delante al insigne Catedrático de Historia del Arte don Enrique Valdivieso.  También a su esposa, la no menos insigne Catedrática y Profesora de Latín doña Carmen Martínez.  Un feliz matrimonio que pasaba plácidamente  sus días y sus noches en el número  21 de la Calle Mateos Gago.  Allí donde hace ya muchos años falleció don Luis Montoto.  Casa que se mira en el alegre ajetreo infantil del cercano Colegio Mesón del Moro y que, a pocos metros, tiene como ilustre vecino al Cristo de las Misericordias de la Iglesia de Santa Cruz.  Enrique Valdivieso fue un profesor universitario ejemplar y un faro luminoso que marcaba sendas clarificadoras en el Siglo de Oro  sevillano.  El Barroco fue su fuente y su inspiración intelectual.  Con Valdés Leal y Murillo como sus dos máximos referentes pictóricos.  La muerte, esta vieja dama enlutada y solemne, eligió esta vez la eterna Judería sevillana como epicentro de su demoledora tarea liquidacionista.  Barrio el de Santa Cruz donde hasta Don Juan Tenorio huye espantado ante la avalancha diaria de turistas.  Nos dejan dos magnificas personas cultas, muy cultas, y con un profundo amor por esta Ciudad.   Alejarse del Barrio de Santa Cruz para siempre es ya formar parte de su Historia y su Leyenda.  El eterno legado de los vecinos ilustres desaparecidos del Centro de Sevilla.  En sus frías y largas madrugadas otoñales los espíritus salen a pasear por sus calles y nos dejan un reguero de pura sevillanía.  Enrique y Carmen ya siempre serán vecinos eternos de la vieja Judería.   Todo pasa y todo queda.  Dios les guarde.

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