domingo, 24 de julio de 2011

La dulce melodía del castellano



El idioma castellano –vulgo español- lo hablamos un montón de millones de personas en el mundo. Todos unidos por una misma lengua y con riquísimas aportaciones a la lengua de nuestros ancestros. Cuando descubrí -¡bendita la hora!- a los grandes escritores latinoamericanos (García Márquez, Carlos Fuentes, Cortazar, Vargas Llosa, Juan Rulfo, Ernesto Sabato, Octavio Paz, Bryce Echenique…..), aparte de notar en mi piel la magia de la literatura en todo su esplendor, me di de bruces con una serie de palabras para mí desconocidas. Hermosas y rotundas y que, como ocurre con el andaluz, mas que cercenar enriquecen notablemente la lengua de Cervantes. El pasado 18 de junio el Instituto Cervantes para celebrar el Día E, donde se rinde homenaje a la lengua castellana en todo el mundo, realizó una encuesta vía Internet para concretar que palabra castellana gozaba de más respaldo popular. Con un balance de 33.000 participantes la palabra elegida fue “Querétaro”, la misma que fue presentada por el actor mejicano, Gael García. Significa en el México lindo y querido (siempre acribillado a balazos: ayer por las nobles huestes de Pancho Villa y hoy por los desalmados del narcotráfico) algo así como: “Isla de las salamandras azules”. Hermosa a más no poder tanto la palabra como su significado. Sobrepasamos los 30.000.000 millones de gente que hablamos el castellano (incluso en Brasil donde la lengua originaria es el portugués, 9 de cada 10 brasileños lo hablan). En el poderoso EEUU la colonia latina crece como la espuma y, los políticos de todo signo, saben que sus votos son fundamentales para conquistar o conservar el Poder. Alguna palabra en castellano hay que soltar en algún mitin o lo tendrán crudo con los votantes hispanos. Resulta enormemente placentero que a muchísimas muchachas nacidas en Sevilla, Madrid, Badajoz, Zamora, Buenos Aires, Lima o Bogotá los poemas de Bécquer o Lorca –leídos tal como fueron escritos- las envuelvan en un sueño compartido. Resulta alentador que Lope, Cervantes, Miguel Hernández, Alberti, García Márquez o Vargas Llosa conmuevan hasta los cimientos a castellanos parlantes huérfanos de luz y libertades.

Querétaro, Querétaro, Querétaro….que bien me suena tu nombre. La única referencia que tenía de ti era que dabas nombre a un Estado mejicano. Allí jugó España un Partido del Mundial de México contra Dinamarca. Ganamos por 5 a 1 y el “Buitre” marcó 4 goles. Hermosas palabras se quedaron en el tintero que también podían haber optado a la más hermosa. Posiblemente cada uno de nosotros tenga la suya y forme parte de su indisoluble patrimonio sentimental. Libertad, solidaridad, arrumaco, esperanza, flamenco, añoranza, duermevela, casapuerta, quejío, alborozo, figurante, alacena, soberao… ¡Cuantas y cuantas maneras de reclamar la atención de las cosas! Larga vida a nuestro idioma que es manantial de luz que dimana de nuestros mayores. Cuidarlo y hablarlo sin complejos, obviando la pertinaz invasión anglosajona, es tarea de todos. La tecnología nos ha llenado de palabras ajenas a nuestra idiosincrasia debilitando la esencia del castellano. Rodrigo de Triana, después de tan larga travesía, cuando vio algo sólido en el horizonte donde asentar los pies gritó emocionado: ¡Tierra a la vista! Si la aventura marinera de Colón hubiera ocurrido hoy seguramente el trianero Rodrigo diría: ¡Facebook en el horizonte, tomad las “redes” y conectad los Wifi!

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