Cuando Machado, don Antonio, escribió aquello de: “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón” dejó una sentencia que –desgraciadamente- el tiempo no ha hecho más que confirmar a sangre y fuego. Posiblemente estos encarnizados enfrentamientos políticos y/o sociales no sean exclusivos de la Madre Patria y, en cada país, adquiera una dimensión distinta en las formas pero idéntica en el fondo. Hoy gracias a Internet y a la fuga de cerebros de nuestros jóvenes más brillantes, sabemos –a través de la televisión- como son en realidad los distintos habitantes de este planeta llamado Tierra. En todas partes “cuecen habas” y siempre se culpa al de “la acera de enfrente” de los males que nos aquejan. Aquí y en el Japón de los samuráis. Pero, a tenor de cómo transcurren los días en nuestro país estamos en disposición de asegurar que –también en esto- somos diferentes. Los últimos días del pasado mes de julio fueron convulsos políticamente en la Comunidad Valenciana y por extensión en el resto de España. Don Francisco Camps se vio obligado a presentar la dimisión como Presidente de la Comunidad Valenciana atosigado por el cerco judicial en torno a los famosos “trajes”. Su Partido, el PP, con unas expectativas más que favorables en todas las encuestas, no podía permitir que unos trajes le terminaran “jodiendo” la sastrería entera. No están los tiempos como para jugar al “Sastrecillo valiente”. Curiosamente, y a pesar de estar imputado, Francisco Camps ganó por una holgada mayoría en los comicios celebrados el pasado mes de Mayo. Los valencianos parece ser que obviaron el tema de los “trajes” y priorizaron una excelente gestión al frente de la Comunidad Valenciana. En aquellas fechas afloró toda la artillería política y mediática – “disparando” vacuos conceptos y venenosos argumentos- de la siempre omnipresente “dualidad española”. Sobre la dimisión del señor Camps los medios afines al PSOE tiraron a matar y los que lo son del PP con balas de fogueo. Jugoso y clarificador, sociológicamente, los comentarios anexos en los artículos de opinión de la Prensa Digital. Frentismo en estado puro. Puede que sea verdad que a este sufrido país todavía le queden algunos años para que la Guerra Civil sea solo materia de estudio y reflexión. Tener opiniones distintas y manifestarlas libremente es, ni más ni menos, que la esencia de la Democracia. Caer en el exabrupto y la descalificación es otro cantar (perdón quise decir ladrar). Los políticos en su conjunto son las máximos responsables del clima de acritud que vive España en la actualidad. Todos “acatan” las sentencias judiciales (fundamentalmente las que afectan al bando contrario). Dicen: “Hay que dejar trabajar libremente a los jueces” para después cuestionarlos cuando las sentencias llaman a su puerta. Estoy convencido de que tanto el Gobierno como la Oposición están cuajados de políticos mediocres a los que solo les interesa catar el dulce sabor del Poder. ¿Qué hay muchos que priorizan los intereses ciudadanos a los suyos personales? Posiblemente, pero al paso que vamos terminaremos buscándolos con lupa. ¿En cuantos problemas esenciales para el bienestar de la gente se ponen de acuerdo Gobierno y Oposición? Pocos, muy pocos. Interesa más la refriega permanente para el desgaste del contrario. El pragmatismo ha liquidado definitivamente cuanto de nobleza le quedaba a la Política española. Que Rubalcaba, don Alfredo, después de un montón de años en la primera línea de la política, nos salga ahora con que conoce las soluciones para los duros problemas de la gente, suena sencillamente a…. (utilicen los calificativos a discreción).
Lo dicho: Nosotros y ellos; ellos y nosotros y, Machado, don Antonio, cabizbajo y atribulado paseando por los jardines del Cielo. ¡Que país!
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