Reconozco que ante el vértigo del folio en blanco dudé si seguir buscando palabras o conceptos o bien apagar el ordenador. Quería decir “cuatro cosas” sobre el “abandono de la lucha armada” de esta pandilla de asesinos de ideología fascista que responden al nombre de ETA. Al final me decidí en “tirar pa´lante” Dice que lo dejan pero, lógicamente, sin entregar el arsenal, reconocer errores sangrientos y pedir perdón a las numerosas viudas y huérfanos causados por su “acción política nacionalista”. Hablan de “Conflicto armado”; de abrir un “Proceso de paz” negociable con los Gobiernos español y francés” y, lo más perverso, tratan de equiparar el dolor de victimas y verdugos. Todo, absolutamente todo, programado minuciosamente (incluyendo esa pantomima de “Conferencia Internacional por la Paz). Saben lo que quieren y como conseguirlo. Están diezmados y acorralados por la acción conjunta de las policías españolas y francesas y, a los que están en busca y captura, les esperan las rejas de la cárcel como su hábitat natural y ampliamente merecido. No hay más pero tampoco menos. Llaman “Confrontación armada” a una lucha desigual donde unos ponían las pistolas y otros las nucas de las cabezas. Son simple y llanamente una cohorte siniestra de criminales conversos y confesos que han vivido- espléndidamente por cierto- de la extorsión y el crimen. Decir que su anuncio del “abandono de la lucha armada” es una mala noticia sería una barbaridad, pero aún mayor es creernos que ya todo está finiquitado. Observando la tranquilidad y el regocijo con que los etarras procesados saludaban a “su gente” enjaulados tras las vitrinas de cristal, era un signo inequívoco de saber que los carceleros ya tienen las llaves en las manos. Ha sido mucha, muchísima, la sangre derramada como para pretender que las victimas lo sean por partida doble. Insisto, como he escrito en alguna otra ocasión, que si las dejamos abandonadas a su suerte seremos cómplices de la barbarie. Lamentablemente no me muestro especialmente optimista sobre el particular y, los días venideros terminarán por deshojarnos la margarita. Nos están arrinconando en aras de conseguir una paz a cualquier precio, y eso es una humillación para las personas simplemente bien nacidas. Si se rinden; entregan las armas y piden perdón por las atrocidades cometidas podemos al menos escucharlos. Pero no seamos ingenuos, esto no figura ni en los márgenes de su “Hoja de Ruta”. Son sangrientos pero no tontos. Ya disponen de la necesaria cobertura política-institucional en el País Vasco y saben que les ha llegado “su momento”. Ha mucho no tardar coincidirán en las panaderías victimas y verdugos comprando el pan de cada día. Pretenden que todo quede bajo las secuelas de un “mal sueño” donde no puede haber vencedores ni vencidos. Pero la tierra, incluyendo aquella –la vuestra- que tanto decís amar y defender, siempre le dio preferencia a la llamada de la sangre: la que vosotros habéis derramado en los “Libros de Familia” de muchas familias españolas.
viernes, 21 de octubre de 2011
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