miércoles, 9 de mayo de 2012

El gusto por las cosas


Desgraciadamente, y visto el “nivelito” y las inquietudes del “personal”, tenemos que convivir en el día a día con gente insustancial y ajena a cuanto le rodea. Personas, en no pocas ocasiones, bondadosas, trabajadoras y solidarias pero proclives a un cierto pasotismo inducido (potenciales “membrillos”). Utilizan una frase que reconozco me saca de mis Casillas (San Iker de Mostoles): “Oye Juan Luis a ti que te gustan las cosas de Sevilla tú me podrías aclarar…..”. Resulta paradójico que el verano pasado le enseñara el Alcázar a no menos de una docena larga de “amigos” que, habiendo nacidos en Sevilla y superada ya la barrera de los sesenta años de edad, no lo conocían. Sentía vergüenza ajena. Tuve que animarlos a que lo visitaran conmigo, y algunos lo hicieron pensando en el homenaje “cervecero” que vendría después. No pocos habían recorrido distintas rutas por España e incluso habían salido al extranjero, pero se quedaban sorprendidos con la magia y el embrujo del Alcázar sevillano. ¡Joé, yo no me imaginaba que esto fuera tan bonito!, te dicen estos sevillanos de pacotilla. ¿Cómo se puede querer a una Ciudad sin conocer sus entrañas culturales, artísticas y/o sentimentales? Cada vez que me ha visitado algún amigo de fuera de Sevilla siempre trae en su agenda una ineludible visita al Alcázar; Archivo de Indias; Catedral (incluyendo su Tesoro); Giralda; Museo de Bellas Artes; Plaza de España; el Salvador; Basílica de la Macarena; Hospital de los Venerables; Parque de María Luisa; Triana y la Iglesia de San Luis de los Franceses. A estos si parece que les gusta “las cosas de Sevilla”. Se me ha dado la paradoja que alguno de los visitantes me ha hablado de una Exposición que había en el Monasterio de Santa Clara (que por cierto yo desconocía). Sinceramente, de los “sitios” que acabo de reseñar, ¿cuantos son conocidos, al menos someramente, por el conjunto de sevillanos y sevillanas? Apuesto que si hiciéramos una estadística sobre el particular los resultados serían claramente desesperanzadores. No se trata de ir de “cultureta “por la vida sino de asimilar la belleza -enorme e imperecedera- de una de las ciudades con mayor legado artístico y cultural del Mundo mundial: Sevilla. Solo se ama lo que se conoce en profundidad y hacerlo con nuestra Ciudad es relativamente fácil. Una mañana de primavera recorrer pausadamente el Parque y detenerse unos momentos en la Glorieta de Bécquer. Visitar de una tacada la Basílica de la Esperanza y la Iglesia de San Luis de los Franceses. Dedicar una mañana de domingo a visitar el Hospital de los Venerables y perderse a mediodía por las callejuelas del alma en el Barrio de Santa Cruz. Entrar en el Archivo de Indias para comprobar de primera mano la enorme importancia histórica de esta Ciudad. Visitar el Tesoro de la Catedral después de darle los “Buenos días” a la replica del Giraldillo que nos hace de glorioso introductor. Subir por las rampas del cielo hasta el campanario de la Giralda y ver, a nuestros pies, una esplendorosa Sevilla. Lo dicho: el gusto por las “cosas de Sevilla”. Todo gratis; todo hermosísimo; todo al alcance de la mano y, todo ignorado por una ancestral desidia.

1 comentario:

José Luis dijo...

Sabia que no olvidarias San Luis. Es de lo que más me gusta de Sevilla, y sin embargo, qué ignorada... Barroco sevillano en estado puro, y junto con la capillita de San José, las dos joyas que más me gustan de nuestra ciudad .Un saludo.