El pasado 22 de mayo se cumplió un año de la conquista de la Casa Grande por Juan Ignacio Zoido (¡como vuelan los días!). Ganó por mayoría absoluta, con el beneplácito de una ciudadanía que estaba harta de ver la Ciudad gobernada por un “sectario iluminado” y un pusilánime encantado de haberse conocido. El balance de este primer año ha sido realmente pobre y, como decimos por estos lares, no ha tenido “ni chicha ni limoná”. Bien cierto es que se sabía –ellos los primeros- que la herencia recibida era demoledora y que, con el capital político acumulado por Zoido en Sevilla, había que aupar a la Presidencia de la Junta al siempre perdedor Arenas. Raquíticos, muy raquíticos, se nos presentan en este primer año de gestión los cambios experimentados en una Ciudad sin pulso y a la deriva. El recurrente –e innegable- tema de la “herencia recibida” ya empieza a cansar a la ciudadanía y todos esperan –esperamos- algo más de eso que se conoció en su día como “el Zoidazo”. Las barriadas de la periferia –que fue donde Zoido cimentó su aplastante victoria- están abandonadas a su triste suerte. Las promesas que les hizo un voluntarioso político enfundado en una parka roja siguen pendientes de resolución (¿a perpetuidad?). Lo que todavía nos mueve al optimismo es que Juan Ignacio Zoido sigue gozando de un amplio consenso en la Ciudad. Tiene margen de maniobra y ojala no les pase a las sevillanos como con el famoso “barco del arroz: lo que se espera ilusionado pero nunca termina por llegar. Los meses pasan a una velocidad vertiginosa y bien hará Zoido en ponerse, de una vez, el “mono de trabajo” y dedicarse a lo que de verdad importa en la Ciudad del Paro. Personalmente pienso que estamos ante un buen Alcalde al que “los cantos de sirena” le pueden provocar una otitis crónica. No citaré más que de pasada la llamada “Operación Talento” en clave ¿coplera? La Ciudad se extingue lentamente como el rocío de la mañana y no estamos para OT de “Mantones de Manila” (para malgastar el dinero de los contribuyentes ya tenemos a “Canal Sur”). Zoido debe tomar la locomotora de Sevilla y llamar a las cosas por su nombre (eludiendo las falsas promesas y los paraísos artificiales). El consenso tanto con la oposición en el Ayuntamiento como con la Junta de Andalucía se nos presenta imprescindible. Olvidarse -¿será esto posible?- de que el Gobierno Central es de su misma “cuerda” política, y priorizar los intereses de la Ciudad. La tarea será dura y enormemente complicada pero, a tenor de lo que percibo en “la calle”, el crédito de Zoido después de un año de gestión permanece intacto. No busquemos “salvadores” que nos solucionen los graves problemas que padecemos. Busquemos personas serias, decentes y responsables que no nos vendan “gatos por liebres”. Juan Ignacio Zoido puede ser –así lo creo todavía- el Alcalde que Sevilla necesita para navegar por los procelosos mares de la Crisis. De él y de su Equipo depende que Sevilla no sea una vez más -¿y van?- ninguneada. El tiempo, como juez inapelable de la vida y las cosas, nos dirá si el pasado 22 de Mayo del 2011 acertó la Ciudad o se equivocó –la equivocaron- una vez más. Tiempo al tiempo.
domingo, 27 de mayo de 2012
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