jueves, 17 de mayo de 2012

Felipe González Márquez


A Celestino Tejeiro Jiménez, por lo que Felipe y yo sabemos. 

Dentro de algo menos de una quincena será 30 de Mayo en Sevilla. Día de San Fernando y una de las fechas históricamente más importantes de la Ciudad del Paro. Efemérides que aprovecha nuestro Ayuntamiento para distinguir a aquellas personas –o entidades- que han colaborado con su quehacer al engrandecimiento de nuestra Ciudad. Este año se me representa de una especial relevancia. Se le va a conceder justamente –si él accede finalmente- el Título de Hijo Predilecto a una de las mentes más lucidas nacidas en esta tierra: Felipe González Márquez. Los logros de este político sevillano nacido en Bellavista son tan evidentes que no merece ni siquiera la pena el situarlos cronológicamente. Estuvo en la Presidencia del Gobierno desde 1982 hasta 1996 (trece años y medio concretamente) y la modernización de España –sin daños colaterales- fue verdaderamente impresionante. ¿Qué su gestión en los últimos años de mandato estuvo salpicada de algunas sombras? Es más que evidente. La política en su desarrollo lineal (cotidiano) no es un arte ni tampoco una ciencia. La desarrollan personas integradas en grupos y con una cierta autonomía individual de maniobra política (la buena o mala gestión de los fondos públicos en definitiva). ¿Trato de exculpar a Felipe González? Para nada, pues él mismo reconoce en su gestión algunos errores de bulto no atajados a tiempo. Las tareas se organizan en democracia de manera piramidal y nadie puede prever -¿o quizás si?- que en alguna arista de la pirámide salga algún “faraón” rana. Pagó en las urnas algunos deslices de su mandato y en eso consiste la grandeza de la Democracia: “Quien la hace la paga… en las urnas”. Pero el balance de su gestión no deja de ser enormemente positivo. Una vez digerido los ardores revolucionarios de mi juventud, ya hace años que me considero un socialista democrático (social-demócrata para entendernos) y adscrito íntegramente dentro de las coordenadas “felipistas”. Nunca pertenecí al PSOE pues mi ideario juvenil estaba bajo la “perilla” revolucionaria de León Trotsky (antistalinista furibundo para entendernos). Conocí a Felipe González hace ya muchos años, cuando era un comprometido y excelente abogado laboralista, en el Despacho de la calle Capitán Vigueras de la capital sevillana. No es tampoco plan de contar mis batallitas de “Abuelo Cebolleta”. Ahora le va a reconocer la Ciudad con el título de Hijo Predilecto -¡ya era hora!- sus méritos como gobernante y sevillano ejemplar. Con motivo de la Expo del 92 consiguió meter a Sevilla de cabeza en el siglo XXI (busquen simplemente alguna foto de cómo estaba anteriormente, por ejemplo, la calle Torneo). Bien está lo que bien acaba y me congratulo que Juan Ignacio Zoido (del que, una vez superada la “Operación Arenas”, todavía espero mucho como Alcalde) haya propiciado tan justo y merecido nombramiento. Felipe González siempre manifestó que dicho honor solo lo aceptaría bajo la completa unanimidad de todos los grupos políticos. Cuando el PSOE lo proponía el PP se abstenía e IU votaba –y sigue votando- en contra. IU culpa a Felipe González y al PSOE de todos los males actuales. Esto no ha sido óbice para que ahora, con el Pacto “Juntero”, estén a “partir un piñón” con el PSOE y van a todas partes cogiditos de la mano. ¡Lo que no consiga el acceso al Poder! 

Enhorabuena a Felipe González; enhorabuena a la Ciudad y, enhorabuena a los sevillanos agradecidos. Si IU muestra su desaprobación están en su pleno derecho pero, a que negarlo, no creo que esto le quite el sueño a Felipe González. ¿Qué podemos esperar de una formación política que trata de ocultar su pasado tras unas ambiguas siglas? El tiempo los ha devorado y ese siempre es un Dios al que la verdad y la razón siempre terminan rindiéndole culto. 

Él, Felipe González, junto con don José Utrera Molina (nunca lo olvidemos), configuran –extraña e imposible pareja- el tándem de políticos que más han “pedaleado” por esta Ciudad. Eso si, sin despojarnos de las gafas del sectarismo nunca podremos ver el bosque en toda su plenitud y grandeza. 

Aquí siempre lo reducimos todo a una cuestión de “buenos y malos”. A “ellos” y “nosotros”. Así nos ha ido y, así nos va. Felicidades Felipe. Felicidades señor González Márquez y, sobre todo, felicidades Sevilla.

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