jueves, 12 de julio de 2012

La sangre derramada


Posiblemente sea el estupor el concepto que mejor define el estado actual de la sociedad española. Nos enfrentamos diariamente a cuestiones que sobrepasan con creces nuestra capacidad de asombro. Vamos a lo que hoy nos ocupa y sobre todo preocupa. El Tribunal Europeo de “Derechos Humanos” ha condenado a España por la aplicación a la TERRORISTA, Inés del Río, de la “doctrina Parot”. Esta “doctrina” tenía –y tiene- la loable finalidad de que los terroristas no salieran de las cárceles con pocos años de condena. Este Tribunal Europeo insta al Gobierno español a poner en libertad a esta “muchachita” (autora de varios asesinatos) y, además, a indemnizarla con ¡30.000! euros por los “daños morales” que se le ha ocasionado. La banda terrorista ETA se encuentra desde hace unos años acorralada por la eficaz gestión de las policías españolas y francesas. Se han visto obligados a “ponerse en manos” de sus gestores políticos, hoy disfrazados de demócratas conversos y confesos. Pero ya va siendo hora de llamar a las cosas por su nombre: ni todos los vascos son filo-terroristas ni los que apoyan con su voto a la izquierda abertzale más radical son “cuatro gatos” (no es descartable que el próximo lehendakari sea un componente de esta formación política). Bien hará nuestro Gobierno en no ceder ante las presiones de esta “plebe” para que, los presos de ETA, abandonen las prisiones previo acercamiento a las del País Vasco. Son muchos los años que venimos soportando el “problema vasco” como para ceder al chantaje de estos “camaleones” de la política. La sangre derramada y el dolor más la orfandad que han llevado a cientos de familias no puede quedar impune. Se saben actualmente fuertes y crecidos por el innegable respaldo popular vasco. Pero, lo quieran ver o no, se asientan “políticamente” sobre los asesinados cuerpos de los inocentes. Pretenden que se de por finalizada esta “guerra” sin que haya vencedores ni vencidos. Esto no es nada parecido a una contienda. Son, simple y llanamente, una serie de asesinatos perpetrados por una pandilla de crueles pistoleros contra ciudadanos inocentes. Hoy, 12 de julio, se cumple el 15 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco y, en él, debemos reflejar nuestra insobornable capacidad de no dejarnos engañar y mucho menos amedrentar. Veo, y ciertamente me preocupa, al Gobierno del PP dubitativo en algunos temas relacionados con esta pandilla de criminales. Las victimas todas, absolutamente todas, tienen nombres y apellidos. Los criminales también los tienen y están donde tienen que estar: cumpliendo condena en las cárceles. Honremos la memoria de Miguel Ángel y de tantas victimas inocentes recordándolos con afecto y apoyando incondicionalmente a sus familias. No podemos permitir, una vez más, que en este sufrido país ganen de nuevo los malos. Si lo hacemos seremos cómplices pasivos de la barbarie.

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