A la memoria del insigne periodista sevillano Manuel Chaves Nogales
En 1931, tal día como hoy un 14 de Abril, se proclamó en España la Segunda República.
Mucho se ha escrito sobre tan importantísimo acontecimiento histórico y no poco
desde el sectarismo, el oportunismo y la falta de objetividad. También, justo
es reconocerlo, se ha historiado con rigor tan convulsa y magnificada etapa
española. Fue un soplo de aire fresco para unas clases populares hartas de
periodos caciquiles y abusos políticos de todo tipo (¡lagarto, lagarto...!). La
gente se echó a la calle masivamente para festejar lo que se preveía como el
esperanzador comienzo de una nueva época para las clases más desfavorecidas.
Los acontecimientos posteriores, hasta desembocar en una cruenta Guerra Civil,
son de sobra conocidos. Curiosamente la República era una “madre” sin hijos reconocidos
(y sobre todos reconocibles). Pocos, muy pocos, fueron los que se consideraron
republicanos de verdad y amantes sin fisuras de la verdadera Democracia. Los comunistas (que hoy abogan continuamente
por la Tercera)
veían a la Segunda
Republica solamente como un puente para desembocar en la
“Dictadura del Proletariado”. Los anarquistas, entonces con una fuerte
implantación social, abogaban por la abolición de cualquier forma de Estado
(incluyendo lógicamente la
República). La
Derecha más reaccionaria, socavó el periodo republicano para
volver a la antesala del “Ordeno y Mando” donde se sentían –siente- en su
“salsa”. Posiblemente en una parte de las filas socialistas era donde se daban
un mayor número de verdaderos y comprometidos republicanos. Hombres como don
Julián Besteiro, Fernando de los Ríos o el mismísimo Antonio Machado
simbolizaban lo mejor de la Segunda República. Civismo, cultura, solidaridad,
democracia e igualdad figuraban en las intenciones de estos egregios
republicanos. Justo es reconocer que en
un segmento de la Derecha
española más democrática también se abogó por la consolidación de la Segunda República.
Valga como ejemplo el Partido Liberal Republicano comandado por don Niceto
Alcalá Zamora (a la postre primer Presidente de la Segunda República).
Insisto: la Segunda República
nació malherida y con todas sus cartas marcadas para desembocar en la
tragedia. Mi educación sentimental por
vía materna y mi posicionamiento irrenunciable de socialista-democrático
(social-demócrata) me llevan directamente a abrazar la causa republicana. Los
sistemas monárquicos me parecen obsoletos e irracionales. Dejar constancia, eso
si, que el llamado “juancarlismo” (hoy en horas muy bajas) representó -¿y
representa?- un oasis de paz, libertad y bienestar sin parangón en la Historia de España. La verdad
nos hará libres. Ignoro que nos deparará el futuro más cercano. Combinar la
corrupción de los de arriba con el hambre de los de abajo siempre resultó en
nuestro país un cóctel muy explosivo.
¿Monarquía? ¿República?
Sinceramente no tengo claro que forma de Estado nos aguarda y/o interesa. Pero
no nos engañemos: lo verdaderamente importante no es la manera de gobernarnos
sino como se nos gobierna. En día tan señalado como el de hoy, 14 de Abril,
rindo mi emocionado homenaje a los verdaderos republicanos del ayer. Sufrieron
en sus carnes el desgarro de una España fracturada por la barbarie y la
sinrazón.
La llamada “Tercera vía” fue salvajemente vilipendiada por los dos
bandos de la fraticida contienda. El tiempo y la Historia han puesto a
cada uno en su sitio.
Dicen que los pueblos que ignoran su Historia están llamados a
repetirla en sus facetas más negativas.
Más que por una cuestión de banderas o himnos los pueblos se nutren –o
al menos debían hacerlo- de la nobleza de su gente. En el pasado o en el presente ser un
verdadero demócrata nunca fue una tarea fácil.
Vivimos un tiempo de cambios profundos y las veletas de las torres
anuncian malos vientos. Veremos en que termina todo esto y, lo más importante,
como terminamos nosotros.
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