“La patria es lo que se ve desde
la ventana
de la casa donde uno vive en paz”
- José Manuel Caballero Bonald –
Por razones obvias las últimas décadas de nuestro país han estado
fuertemente condicionadas por nuestra Guerra in-Civil. No existe nada más terrible y perverso que
una contienda fraticida. Sus secuelas
son irreversibles y tan solo el paso del tiempo puede terminar sanando las
heridas abiertas. Para nuestra derecha
actual (¿para cuando en este país una derecha moderna y sin complejos de
serlo?) aquello fue una pelea tabernaria sin mayores consecuencias. Mientras,
para una cierta izquierda radicalizada y con escasas propuestas a los graves
problemas actuales algo de candente actualidad. Todo queda enmarcado en el sectarismo donde lo
que en verdad falta es una patina de verdadera Democracia. Hasta que llegaron los grandes éxitos de la Selección Española
de Fútbol llevar una banderita española en el coche -o en la pulsera del reloj-
era signo inequívoco de facherío ultramontano. Las cosas desde entonces
cambiaron radicalmente (¡lo que no consiga el fútbol!) y, como siempre pasó en
este país, hemos pasado de la carencia al exceso. Es curioso que gracias a “La Roja” los “rojos” hayan
descubierto que las patrias no tienen ningún dueño en exclusiva. Siempre he
estado profundamente orgulloso de la
Patria donde he nacido sin que esto me lleve a iniciar
cruzadas contra nada ni contra nadie. Me da verdadero pánico el fundamentalismo
en cualquiera de sus variantes y el desmesurado “amor patrio” siempre terminó
dejando miles de viudas y huérfanos. Soy
sevillano, andaluz, español, europeo y ciudadano del mundo. El orden de prioridades hace tiempo que lo
resolví: soy un ciudadano europeo del mundo que tiene la suerte de tener a
España por Patria, a Andalucía como Madre, a Sudamérica como Hermana y a
Sevilla como epicentro de todos sus sentimientos. Lo de las banderas, himnos y
demás elementos colaterales los encuadro dentro de la parafernalia que
inventaron los poderosos para controlar el ansia de libertad de los
pueblos. Una patria es la tierra que
riegan con su sudor los campesinos y se encuentra en las manos encallecidas de
los mineros y en las redes de los pescadores.
Una patria es una abuela cosiendo sentada en una silla de enea en la
puerta de su casa. Una patria es una
muchacha que cantando tiende la ropa en una azotea. Una patria es la risa
compartida de los niños -con todas sus necesidades cubiertas- jugando
libremente en un parque. Una patria es un novelista, un poeta, un músico, un
pintor y un imaginero que nos dejan testimonio imperecedero del talento unido a
la belleza. Una patria es un sitio común donde tan solo se debían sentir
extraños los miserables. Una patria es
trabajo para todos y donde a nadie se le sustraiga su derecho a la Educación y a la Enseñanza. Una patria es una Fiesta
donde lo popular vuela libre enredado en sus tradiciones más nobles. Una patria
es un lugar común donde conviven en armonía conjugando derechos y deberes los
hombres y las mujeres. Una patria es un
sitio donde impere la decencia, la bondad, la igualdad, el esfuerzo y la
solidaridad. Hoy, lamentablemente, llaman “patriota” a un terrorista que
cargado de bombas se cuela en un autobús lleno de personas inocentes y lo vuela
por los aires. Busco a mi patria en los
hombres y mujeres que la hicieran grande y eterna. Unos desde su
inconmensurable talento, otros “haciendo camino al andar” y muchos luchando
anónimamente para sacar adelante a sus hijos.
La patria como eje vertebrador de gente que comparte la vida en todas
sus variantes. España antes era un
cortijo pero ¿qué es ahora? ¿Lo sabemos
o no queremos saberlo? ¿Cuántas Españas caben hoy en un poema?
La patria o es de todos o no es de nadie. Cuidarla, defenderla, pelear por ella con la
honradez por bandera debía ser nuestra prioridad. Pero, no busquemos enemigos
foráneos para emprender nuestras peculiares cruzadas: el enemigo siempre lo
tuvimos dentro y se llama Fundamentalismo.
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