miércoles, 28 de julio de 2010

Vamonos que nos vamos




Los Toma de Horas se toman un paréntesis agosteño. Que los días hasta septiembre los determine un reloj con arena de Matalascañas, Rota, el Portil, Sanlúcar o Chipiona. Es tiempo de descanso o desmadre. De reflexión serena o despelote compulsivo. De lentos atardeceres campestres con el soniquete de fondo del canto de las cigarras o del “chinpanchun” en chiringuitos playeros. Cada uno y cada una que configure su esperado periodo vacacional como lo estime oportuno. Algunos –posiblemente con la crisis serán más que otros años- se quedarán en una Ciudad sin pulso, aflatada con los golpes de “la caló”y, escuchando de fondo, el latiguillo agosteño de: “vuelva –o volvemos- en septiembre”. La Ciudad se volverá fantasmagórica y desierta los fines de semana. Volverá a recuperar algo de pulso conforme la envuelva el manto negro y reparador de sus ya frescas noches. El meridiano y el comienzo de la cuenta atrás quedarán establecidos –como pasó siempre- cuando la Reina de la Catedral traspase el umbral de la Puerta de Palos. Entonces ya vislumbraremos a lo lejos al dios de septiembre, que nos espera con un membrillo en una mano y una tarjeta de crédito en la otra. Mientras, y si me permiten la osadía de hacerles algunas sugerencias, intenten pausada e ilusionadamente ser felices. Si van al campo o la playa traten con cariño y respeto a la Madre Naturaleza. Como una madre no hay nada. Si se quedan en la Ciudad aprovechen para pasearla tranquilamente en las primeras horas del día. El Alcázar, la Catedral, el Archivo de Indias, el Museo de Bellas Artes o los conventos de clausuras visitables nos están esperando con los brazos abiertos. Volver a pisar el escenario de las calles de nuestra infancia. Allí donde un día fuimos felices e inocentes. Triana, Santa Cruz, la Puerta de la Carne, la Macarena (desde el Arco hasta San Marcos) o San Lorenzo nos esperan amorosos para ofrecernos el dulce néctar de lo genuinamente sevillano.

Las expectativas –ciertamente eran muy pocas- que me propuse al crear (más bien me lo creó mi amigo del alma Salva Gavira) este blog llamado Toma de Horas, han sido cubiertas con creces. Aquí la importancia la tienen los amigos que cariñosamente las leen más que la torpeza de quien intenta darles contenido. Pretendía –y siempre pretenderé- mostrar mis sentimientos, sensaciones y emociones. En mis más nobles sentires siempre estará la Ciudad ocupando un espacio preferencial. Lo conceptual muchas veces fue derrotado por el romanticismo y me alegro que así ocurriera. Nunca me pareció oportuno instalar en el blog un contador de visitas. ¿Para que? Siempre preferiré a dos reflexionando en silencio que a quinientos pegando voces al unísono. No conozco más Contador que uno que va en bicicleta y al que los franceses le pitan por no esperar al que se le salió la cadena (más tiempo llevamos nosotros esperando que nos devuelvan las obras de arte que nos robaron cuando nos invadieron. Con la excusa de pedirnos “un poco de sal” les dijimos: “pasad y tomadla vosotros mismos” y, se llevaron los cuadros del salón. Menos mal que al final los gaditanos le echaron toda la sal de San Fernando por encima).

Como dicen los modernos “me abro”. Me quedo deambulando por estos lares. Intentaré de manera prioritaria adelantar la enorme lectura que tengo pendiente. Mi madre y mi nieto son la excusa perfecta para no moverme en agosto de la Tierra de María Santisima.

Desconectaré el ordenador e intentaré ver un solo noticiario al día. Cine, flamenco, gazpacho, Cruz Campo y lectura serán mis compañeros agosteños.

Sed felices a vuestra manera que seguro es la mejor forma de serlo. No toméis una copa de más –ni de menos- si vais a conducir y no dejéis de dar ninguno de los besos que os brotaron del alma. Comprobaremos un año más lo placentera que resulta la vida sin la inoperancia de los jerarcas de la política y sus estériles peleas. Estarán de vacaciones recargando pilas para seguir “jodiendo” al personal.

Como cantaba Bobby Darin en una hermosa película dirigida por Robert Mulligan en 1961: “Cuando llegue septiembre todo será maravilloso”. O puede que no tanto. Lo que espero y deseo es que modestamente en los Toma de Horas os lo pueda seguir contando. Dios, la Candelaria y el que habita en San Lorenzo así lo quieran. Nos vemos. Un cariñoso y fraternal abrazo.

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