miércoles, 1 de junio de 2011

El voto prestado




Cuando en política se produce algún acontecimiento que puede calificarse como de excepcional, resulta aconsejable dejar pasar unos días para someterlo a un análisis más sereno y reflexivo. Una vez templado los “calentones” que en política suelen ser poco –o nada- objetivos, es cuando llega el momento de racionalizar lo acontecido. Como es obvio me estoy refiriendo a las últimas elecciones municipales en Sevilla. El llamado “Zoidazo” cogió a todo el mundo con “el paso cambiao”, incluyendo a la misma formación política de la Gaviota. Las encuestas pronosticaban una victoria del PP pero, y sobre todo después de la encuesta del CIS, existían serias dudas que esta fuera suficiente para conseguir la mayoría absoluta y, que no se reeditara el fatídico –para los intereses generales de la Ciudad- “Pacto de Progreso”. Para mí hubo un gesto de Juan Ignacio Zoido durante la campaña que -a las pruebas de los resultados- caló profundamente entre la sevillanía. La misma que ya estaba “harta de coles” de la Huerta Socialista. Venia a decirle a la gente: “Se que votáis a la izquierda y nunca lo habéis hecho al PP. No os pido que me deis vuestro voto, sino que me lo prestéis para demostraros que yo puedo darle un sentido positivo para la Ciudad”. Dicho y hecho. Muchos sevillanos consideraron que era el momento de aparcar el romanticismo de lo ideológico y adentrarse en el terreno de lo políticamente fructífero. Se trataba más que de cambiar de fruta el cambiar de frutería. El análisis por tanto de las últimas elecciones municipales sevillanas tiene múltiples e interesantes lecturas. Se desmontó el tópico de que la abstención siempre favorece a la Derecha, pues el incremento de votantes con relación a las municipales del 2007 -casi un 7%- favoreció claramente al PP. Se entró, afortunadamente, en la liberación del voto individual, al que los Partidos consideran –o consideraban- parte de su patrimonio. Cada uno puede –y debe- darle a su voto el sentido que considere oportuno, superando esquemas sentimentales del pasado que solo sirven para que “otros” decidan por ti. La cuestión en Democracia no tenía que ser tan compleja. Debía de ser: “Te doy mi voto por considerar que puedes hacer un buen uso del mismo. En caso contrario no cuentes conmigo en una próxima convocatoria”. No hay más. De lo que se trata es de convencer a los políticos –de todo signo- que no tienen seguro nuestro voto, salvo que nos demuestren que su gestión ha merecido la pena. Caso contrario “cambiazo” y a otra cosa mariposa. Vivimos tiempos confusos en el terreno de las ideologías y, los comportamientos de algunos políticos, no hacen más que aumentar nuestra dosis de dudas y perplejidades. Uno, que proviene de una familia de socialistas honrados y democráticos, no tiene reparos en reconocer, que cada día encuentra más difícil encontrar la huella de Pablo Iglesias o de don Julián Besteiro por las inmediaciones de la calle Ferraz. Lamento constatar que el descalabro socialista de las elecciones del pasado día 22 de Mayo ha caído en “saco roto”. Los dirigentes socialistas argumentan que todo ha sido motivado por lo efectos de una Crisis demoledora que se ha llevado por delante, precisamente, a los que se han enfrentado a ella. Para nada. El “personal” los ha castigado no por la Crisis, sino más bien por la nefasta gestión que han hecho de la misma. Si el PSOE no se somete a una revisión profunda de continente y contenido, que no le quepa la menor duda que les esperan nuevos y grandes descalabros electorales.


El PP ha sabido sacar rédito a una situación política que con la Crisis le era propicia, pero a la vez que aumenta su parcela de poder también lo hacen sus responsabilidades ante los ciudadanos. No basta con decir: “Nosotros si sabemos –y somos capaces- de sacar a España de la Crisis”. Ahora además de decirlo hay que demostrarlo. Vienen tiempos difíciles pero clarificadores y apasionantes. En Sevilla, especialmente, hay motivos para la esperanza. Salieron del Gobierno de la Ciudad elementos extraños a los intereses generales de los sevillanos. Zoido y Espadas (al que no es descartable que en un futuro veamos de Alcalde) representan el perfil de políticos sensatos y nada sectarios. Necesitábamos en la Ciudad gente así, para volver a respirar aires de tolerancia y libertad. Hablamos, eso si, de esperanzadas expectativas que, en definitiva, serán los meses venideros los encargados de darles su auténtica proyección.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ENHORABUENA, MAESTRO....... LO HAS `CLAVAO` .. PEPE FERNANDEZ