lunes, 7 de noviembre de 2011

Alma de papeles perdidos


Ordenando por enésima vez mí ya copioso e ignorado –gracias a Internet- Archivo, me tropiezo con un folio de un poema que escribí a la muerte de mi padre. Era Mayo del 95 y utilicé para escribirlo el reverso de un impreso médico con membrete del Hospital de San Juan de Dios. Allí murió Rafael Franco Fernández,”Niño de San Nicolás”, colmado de atenciones en sus últimos días terrenales. Todo gracias al empeño de gente joven, noble, solidaria y generosa. Recuerdo que era de madrugada y mientras escribía este poema, este triste poema de pena, veía en la acera de enfrente el Campo de -valga la redundancia- “los de la acera de enfrente”: el Sevilla FC. Decía así:

Yo vi….
A la muerte reflejada
En el enjuto rostro de mi padre;
Y un vuelo de palomas negras
Ensombrecer las luces de la tarde.

Yo vi….
Entre un trajín de batas blancas
Y el goteo de botes que terminan,
Un trasiego de camillas de metal
Con olores de orfandad por las esquinas.

Yo vi….
Soplar la juventud con su pureza
El inapagable fuego de la muerte;
Y vi al ser humano en su grandeza
Sembrar de primavera un cuerpo inerte.

Yo vi….
Rondar a la que porta la guadaña
En noches que reinaba el desconsuelo,
Esperando romperte las entrañas
Y arrojar sobre ti su negro velo.

Yo vi….
Y pude comprobar ¡que triste suerte!
Que la batalla en la vida
La gana siempre la muerte.


Fue en Mayo del 95, ¡que lejos y que cerca a la vez! Mayo, el mes de las flores…..”No se que tienen las flores llorona / las flores del Camposanto / que cuando las mueve el viento parece que están llorando”. Hoy, es lunes 7 de Noviembre, y ya estarán marchitas las flores que dejamos hace un par de días en memoria de los ausentes. Hoy, es ayer y es mañana. Hoy, la rueda de la vida, sigue girando y girando en una Ciudad donde el tiempo se midió siempre por el caudal de sus emociones. Hoy, ya queda menos para la…. ¡Primavera!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay algo peor, Juan Luis, y es la muerte en vida, en este caso de mi padre. Tiene alzheimer y hace algunos años que no conoce siquiera a mi madre, sonrie, saluda, nos besa, pero no sabe quiénes somos. ¿Una suerte que esté vivo? Es duro verle y notar que ya no es él. No sé qué decir.
Saludos. José Luis Tirado Fernández