viernes, 27 de enero de 2012

Adios a Pepe Peregil



Demostrado queda que Dios debe notar que en el Cielo falta flamencura y gente cabal, y no para de llevarse buenos elementos para su Corte Celestial. ¡Con lo que hay ya ahí arriba! Ahora le ha tocado el turno a Pepe Peregil. Hacia tiempo que este peculiar Tabernero (así le gustaba que le llamasen) y cantaor de Fandangos de Huelva y Saetas estremecedoras estaba tocado de muerte. Padecía un cáncer galopante que supo llevar con una entereza y vitalidad verdaderamente admirables. Hace precisamente una par de días le pregunté por él a Enrique Casellas -que lo visitaba con cierta frecuencia- y me dijo que estaba fatal. Cuando, cabeceando en el sofá y tapado con una manta hasta el cuello, estaba intentando digerir el “homenaje” de cada viernes, me llama Jacinto Fernández de Pasarela para darme la mala nueva. Pepe había nacido en Manzanilla (Huelva) en 1945 y su vinculación con Sevilla –de muchos, muchísimos años- lo configuraban como un gran sevillano de adopción (en el año 2009 recibió la Medalla de Oro de la Ciudad). Su Taberna “Quitapesares” formaba –y forma- parte del entramado sentimental tabernario de Serva la Bari. Allí paraban desde Alfredo Kraus hasta el “Risitas” y, desde Julio Iglesias a Jesús Quintero. Formaba parte de la infantería del Flamenco. Sus espontáneos Fandangos tras el mostrador, o sus Saetas desde cualquier balcón sevillano, se integraban en el caparazón sentimental de la gente. Pepe era pueblo en estado puro y eso, queridos amigos, son palabras mayores. Tenía una especial habilidad para dotar de alegría a las reuniones más serias y en él confluían de una tacada persona y personaje. Siempre estaba dispuesto a colaborar para cuantos actos benéficos era requerido y, junto al recordado Paco Gandía, disponía de un currículo benefactor de incalculables dimensiones. Grande, muy grande, en cuerpo y alma este Pepe de Fandangos, Saetas, mosto y avellanas. Esta Semana Santa notaremos su ausencia en los balcones de claveles encendidos y quejíos saeteros por Martinete. Este reguero de sentidas ausencias empieza a ser preocupante. Uno ya no sabe si dejar siempre encendido el ordenador, o elaborar una plantilla que nazca del fondo de los sentimientos flamencos y sevillanos. Cumplimos años y, lo peor, contamos muertos. Adiós Pepe: al Cielo con él. Fuiste buen cantaor; excelente tabernero y mejor persona. Sinceramente, no creo que el Sumo Hacedor ponga ningún impedimento para tu ingreso en la Gloria. Te la ganaste en tu paso por esta Tierra de María Santísima. Te recordaremos y procuraremos revivirte en la primera “chicotá” del paso de la Sagrada Cena. Doce apóstoles, un Rey de Reyes presidiendo la mesa, y un Tabernero –Pepe Peregil- cantando una Saeta mientras les sirve el vino.

1 comentario:

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Desgraciadamente este año ya no le escucharemos "reñirle" a nuestros Sagrados Titulares en Cano y Cueto.
Recuerdo un Toma de horas tuyo en el que situabas en esa esquina una tertulia anual de amigos, este año notaréis esa falta.
Un abrazo hermano.