Artistas flamencos –fundamentalmente cantaores- que han configurado una extraordinaria Generación Flamenca y que, a la postre, ya han superado la barrera de los sesenta años de existencia se quejan –posiblemente con razón- de que no tienen trabajo. Nadie les reclama para actuar y están condenados al ostracismo. Hoy, en todos los órdenes de la vida, y sin menoscabo de que nos refiramos a actividades culturales, sociales y artísticas, todo, absolutamente todo, queda supeditado a la inmisericorde Ley de la Oferta y la Demanda. Esta es la Sociedad que entre todos hemos creado y ahora no vale quejarse de que impere entre nosotros el Reino de la banalidad. Es lamentable constatar que hay cantaores con un historial brillantísimo y que hoy día a duras penas llenarían el Teatro Lope de Vega. La contrapartida es que cantaores de la nueva hornada Flamenca -como por ejemplo Miguel Poveda- si los contratan tres días consecutivos en el Teatro de la Maestranza agotan todo “el papel”. Lo que no me parece de recibo es que estos veteranos cantaores utilicen dos elementos fundamentales para quejarse. Primero, reclamar ayuda vía subvenciones a la Junta de Andalucía y, después, arremeter contra los artistas jóvenes que poca o ninguna culpa tiene de esta situación. Los aficionados, o personas inquietas por la Cultura andaluza (menos de las que quisiéramos), acuden a aquellos eventos flamencos que consideran interesantes. Los artistas son Hijos del tiempo que les ha tocado vivir y cada generación cantaora siempre tuvo unos referentes sonoros. Don Antonio Chacón se subió al “carro” de Silverio Franconetti y Manuel Torre hizo lo propio con el “Fillo”. Vallejo, Marchena, Mairena y Caracol hicieron lo propio tomando el relevo que consideraron más cercano a sus postulados cantaores. La senda siguió abriendo surcos por los caminos del Flamenco y llegamos hasta nuestros días, donde los jóvenes cantaores tienen dos referente fundamentales: Camarón y Morente. Que los cantaores veteranos los critiquen por algo que ellos hicieron hasta la saciedad –imitar a Caracol y Mairena- es aparte de injusto perderse en la perspectiva de las cosas. Lo que resulta incuestionable es que cantaores de la nueva hornada tales como: Miguel Poveda, Arcángel, Mayte Martín, Esperanza Fernández, Antonio Reyes, Miguel de Tena, David Palomar, Marina Heredia….hubieran sido primeras figuras del Cante en cualquier Época del Flamenco. No se puede cantar mejor ni con mayor versatilidad. Ni todo lo antiguo es bueno ni todo lo moderno es malo por su valoración dentro de la ecuación espacio-tiempo. Lamento que los cantaores veteranos lo estén pasando mal y no dispongo -lamentablemente- de formulas mágicas para aportar soluciones que resuelvan esta cruda realidad. Pero, por favor, que dejen volar a los jóvenes en su mundo de fantasía y proyectos ilusionantes. Insisto, hemos banalizado el Arte en aras de una comercialidad que, resulta buena cuando te beneficia y mala cuando te perjudica, ha configurado que todo esté sujeto a las implacables leyes de los mercados. Utilizamos la “Pureza” como un paraguas al que solo buscamos cuando la lluvia aprieta.
lunes, 16 de enero de 2012
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1 comentario:
Lleva Vd. mucha razón en lo que dice pero a eso habría que añadir que en la oferta actual del flamenco, impera lo mediático y este aspecto se conjuga con ingredientes descafeinados que edulcoran un cante y un baile más asequible para un público amplio, sin tiempo para informarse - por tanto, desinformado - y que llena espacios enormes y consume un flamenco light y fácil. A esto, me atrevería añadir que los representantes que programan, lo mismo les viene mejor contratar a los artistas con cachés más altos, osea, por la cosa de las comisiones. En cualquier caso, el olvido al que están siendo relegados cantaores importantes en su madurez, es un lujo que el buen flamenco no se debería permitir. Un cordial saludo.
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