domingo, 16 de noviembre de 2014

Rayando el alba




(Porque te llamas Aurora
me acuesto al rayar el día,
si te llamaras Custodia
de la iglesia no saldría)

La luna cubría con su negro
manto la noche de los tiempos.
Lloraban los hombres cuando
nadie los veía y se encendían
los candiles en las casapuerta.

Las mujeres rezaban por no
llorar y se agarraban
temblorosas a las cuentas
de los rosarios.

Un alguacil dijo “Por orden
del señor Alcalde se hace saber:
que a partir de mañana
todos los niños tienen que
comer y todos los ancianos
tienen que dormir en paz. Que
rayando el alba, con la llegada
del amanecer, se soltará por
un día la paloma que encarna
al Espíritu Santo”.

Nunca supieron si cogieron
el sueño o el sueño los cogió
a ellos. El frío de la noche
lleno de vaho los cristales
de las ventanas. Las tablas
de los soberaos crujían con
los suspiros del viento.

La noche huérfana de luna
buscaba su reflejo en la
laguna.  El sol agazapado
en el horizonte esperaba
su oportunidad. 

Los hombres estaban
siempre buscando
a las mujeres y
las mujeres andaban
siempre buscando
a Dios.
Se acordaron de la
sabiduría popular de
sus mayores y se
dijeron para sus adentros:
El nuevo día nos
traerá promesas nuevas
y mentiras viejas.

(de “Tiempo de Incertidumbre” – 2013)

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