El pasado fin de semana, en lo que a movida cofradiera se refiere, la siempre soñada Triana estuvo respirando a pleno pulmón. Dos acontecimientos acaecieron en el arrabal trianero con marchamo de cofradías de altos vuelos celestiales y, con grandes devociones en nuestros sentires terrenales. Dos hermandades con olor a menta y canela, a fragua y a tejares, a mares de los sueños y a la nostalgia de sus hijos desterrados de las entrañas trianeras. Dos, eran dos las que nos convocaban: la Esperanza y la Estrella. Por distintos motivos, pero convocados al fin y al cabo a cruzar el Puente (para aquellos que ya viven exiliados sentimentalmente en el “otro lao del río”). La primera para votar en cabildo el autorizar a que el Señor de las Tres Caídas viaje a la Villa y Corte, de esta cada día más irreconocible España. Los acontecimientos ocurrieron más o menos de la siguiente forma y manera: el Cardenal Rouco Varela le solicita a nuestro Arzobispo, don Juan José Asenjo, que vería con buenos ojos el traslado a Madrid de alguna de nuestras imágenes más emblemáticas. Sería con motivo de la visita papal en agosto del 2011 y, con ánimos de situarla dentro del Vía Crucis que se celebrará en tan señalado día. Así se lo hace saber nuestro arzobispo al Consejo General de Hermandades y Cofradías y, una vez descartado tajantemente el traslado del Cachorro por la Hermandad del Patrocinio, se piensa en el Señor de las Tres Caídas y así se la hacen saber a su Hermano Mayor. Se garantizaría cualquier eventualidad en el traslado con una póliza de seguros suscrita con la Compañía Helvetia. Aparte de que habría una partida compensatoria para la Hermandad de unos 64.000 euros. Con todos estos elementos don Adolfo Vela, Hermano Mayor de la Esperanza, se anima con el proyecto y, comete un serio error de apreciación, más un supino desconocimiento de por donde caminan los sentimientos cofrades de la gente. Procede a convocar cabildo el pasado viernes para votar en consecuencia. Y pasó lo que tenía que pasar: 418 votos en contra del traslado; 121 a favor y, 5 abstenciones. Lo triste es que se ha abierto una brecha entre hermanos trianeros de base y su Junta de Gobierno, lo que a medio plazo puede resultar complicado. Y, aparte, aparece de nuevo lo que siempre resultó una constante histórica en nuestra Ciudad: las polémicas estériles con el Arzobispado. Nuestra ya larga historia semana santera está plagada de desencuentros y roces con la alta jerarquía eclesiástica. Si se me permite, y dicho con todo respeto, considero que don Juan José Asenjo, nuestro culto y respetado Arzobispo, debería asesorarse a través de personas sensatas y preparadas –que haberlas hailas- sobre las complicados entresijos de nuestra Semana Mayor y sus variopintas hermandades. Córdoba, hermosa donde las haya, tiene poco que ver con Sevilla en su idiosincrasia tradicional, espiritual y sentimental. Todos los intentos de “meter en verea” a los cofrades sevillanos siempre serán, aparte de estériles, contraproducentes. Las imágenes tienen fundamentalmente un magnético poder de atracción, y son el centro neurálgico de confidencias, peticiones, agradecimientos y lamentos del pueblo llano. Tienen un sitio natural que son sus capillas y allí es donde nosotros nos dirigimos en sevillana peregrinación. Si el esfuerzo para desplazarse es grande, mayor será la recompensa que se espera recibir. El Señor de las Tres Caídas tiene su casa en el corazón de la calle Pureza y es allí donde únicamente podemos encontrarlo. Excepcionalmente, en la Madrugá de llanto, gozo y escalofrió se pasea esplendoroso por la calles de la Ciudad. Pero solo será un camino de ida y vuelta de unas pocas y sentidas horas. Las imágenes no viajan sino que mas bien procesionan.
¿Que se le ha perdido a este ilustre y venerado trianero en Madrid? Nada, y así lo han entendido sus hermanos. ¿Qué viene el Santo Padre? Pues bienvenido sea Su Santidad, pero él sabe donde hay que buscar al Hijo de Dios hecho hombre. Que lo busque primero en los ojos desconsolados de niños hambrientos y abandonados a su triste destino. En el desconsuelo de mujeres y ancianos maltratados por canallas inmisericordes. En la miseria de los que sufren hambre y sed de justicia. Si alguien le habla del Señor trianero de las Tres Caídas y pregunta como puede verlo, no temáis decirle la verdad. Decidle: “Eminencia Reverendísima, preguntad en los caminos de Dios por el barrio de Triana, una vez cruzado el Puente gire la segunda a la izquierda y allí veréis un cartel que dice: destino Calle Pureza”.
Del otro acontecimiento acaecido este pasado fin de semana en Triana, poco puedo contaros que ya no sepáis. Salió el sábado la Virgen de la Estrella por las calles de su barrio. Se cumplía el 450 aniversario de la fundación de la Hermandad. Ella iba esplendida tras su magnifica restauración y recorrió Triana en olor de multitudes. Sinceramente no soy partidario de salidas extraordinarias, creo que todo lo que se sobredimensiona termina por ensombrecer el rito. Pero es mucha virgen la de la Estrella para que nada pueda oscurecer su extraordinario fulgor. Aparte de con la que está cayendo sobre nuestras maltrechas economías, resultaría fatuo y baldío en estas circunstancias, debatir sobre la conveniencia de que se produzcan tantas salidas fuera de su contexto natural: los días de la Semana Santa sevillana. Corren malos –muy malos- tiempos para la lírica.
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