Españoles por el mundo. Andaluces por el mundo. Extremeños por el mundo. Madrileños por el mundo. Gallegos por el mundo. Lebrijanos por el mundo. Hoy no existe Cadena televisiva estatal, autonómica o privada que no se de un garbeo por esos mundos de Dios para comprobar como les va a nuestros compatriotas. Los encontramos desparramados e integrados en los confines más diversos de este maltratado planeta llamado Tierra. Mayoritariamente se trata de gente joven que cambió el terruño donde juega “La Roja”, por otras latitudes bien ajenas en modos y costumbres a sus lugares de origen. Unos, lo hicieron siguiendo el sendero, bendito sendero, que marca la llamada del amor y su imprevisible desenlace. Otros, buscando alternativas profesionales que aquí les fueron vilmente negadas. Se fueron como se suele decir, con una mano detrás y otra delante, sin saber la suerte que les aguardaba, y sin un conocimiento profundo del idioma del país anfitrión. Sin más equipaje que sus dos T: Talento y Tesón (conceptos hoy tristemente devaluados en nuestra España, que en la actualidad trata a sus mejores hijos no como Madre sino como la Madrastra de Cenicienta). Me alegra verlos integrados plenamente en sus lugares de destino ocupando cargos de responsabilidad, o desarrollando muy satisfactoriamente tareas acordes con su preparación profesional. Desempeñan trabajos para los que fueron preparados en España, posibilitando que los países de acogida se beneficien de su excelente formación y su capacidad de trabajo. Puro desperdicio patrio de una juventud obligada a exiliarse profesionalmente. Todos se muestran contentos con sus países de acogidas y sus condiciones de trabajo y, en un gesto que les honra, no muestran ningún rencor hacia aquellos que les obligaron un día a hacer las maletas. Añoran, eso si, a familiares, amigos, la comida y el clima de su nunca olvidada España. Ante la pregunta de si piensan retornar todos responden afirmativamente, aunque sin poder determinar cuando podrá producirse el retorno. Triste paradoja es el comprobar que mientras lo mejorcito de nuestra juventud anda deambulando –y triunfando- por tierras foráneas, por aquí andan campando a sus anchas mediocres personajillos, y un montón de inútiles integrales que andan de continuo chupando las ubres de Papa Estado, o en su defecto de los padres biológicos. Una excelente Generación, talentosa y responsable, exportada a países sensibles hacia la voluntad y la inteligencia, ninguneada en todo su esplendor a la Sociedad española. Están integrados en los países de acogida y la Televisión nos muestra su ámbito profesional, social o afectivo, dejando claro aquello de que nadie es extraño en el paraíso (cuando te dan posibilidades para fabricártelo a tu medida). Comprobar que un malagueño es a sus 31 años Director de una de las Compañías aseguradoras más importante de Hamburgo, que un pintor cordobés es de los pintores más cotizados en Tokio o que una Profesora de Guitarra Clásica sevillana tenga abierta una Academia en Estocolmo a pleno rendimiento, hace que nos sintamos orgullosos y tristes a la vez. Orgullo por comprobar como se emocionan desde sus exitosas atalayas profesionales cuando nombran a la Madre Andalucía. Tristeza al comprobar como los andaluces, antes con la maleta de cartón y hoy con un titulo universitario bajo el brazo, siguen buscando nuevos horizontes donde poder vivir y respirar. Andaluces, en definitiva, obligados ayer y hoy a abandonar su tierra por las circunstancias políticas y sociales de la época que les tocó vivir.
Aquí, en Andalucía, las cosas funcionan por ciclos de” Modernización” (ya no se si vamos por la Tercera o la Cuarta, como el baile por Sevillanas) y, todo queda supeditado a un brillante mañana que nunca termina por ver el alba. Se trabaja –políticamente- por el futuro y al presente que le den por culo (con perdón). Con razón dice nuestro Himno: “Andaluces levantaos”. Quien valiendo y teniendo ganas de trabajar no lo haga y no vuele hacia otros horizontes, corre el riesgo de que se lo coman las moscas en una cola del INEM (vulgo Paro). Los lunes al sol, pero eso si, esperando siempre sentados que nos llegue el mañana.
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