“El trece donde estará
el once le dijo al doce
y el trece donde estará
y le respondió el catorce
el quince te lo dirá
que el dieciséis lo conoce”
(Fandango de Pepe Marchena)
A lo largo de mi vida han sido numerosas las ocasiones en las que me han
preguntado de donde me venía -o mejor me
viene- mi gran afición al Flamenco. Creo
haber dado siempre la misma respuesta y espero (como signo inequívoco de que
seguimos por aquí) que me lo sigan preguntando muchas veces más. Aburrirme un
solo día de mi existencia me resulta casi imposible. Soy, o me considero, un
buen lector y un gran cinéfilo. En mis apetencias musicales me gusta sobremanera el Jazz, el Blues, el
Rock, la Música Clásica
y, de paso, la Copla,
el Bolero, el Fado y el Tango argentino. Elvis, Sinatra y Ella Fitzgerald son
iconos imperecederos del altar de mis emociones sonoras. Pero el Flamenco más que una afición es la
gran Pasión (así con mayúscula) de mi existencia. Fue mi padre que era un gran
aficionado y un cantaor no profesional quien me metió en las venas este
venenillo de quejíos y melismas. Puedo afirmar, sin ningún ánimo de petulancia,
que con doce años de edad ya era capaz de distinguir una Soleá de una
Siguiriya. Luego la vida me permitió rodearme de una serie de personas a las
que curiosamente sin conocerse entre ellas les unían dos elementos
fundamentales: su excelso beticismo y su inveterada afición al Flamenco. No recuerdo ni un solo día de mi vida en que
me haya “metido en el sobre” por la noche sin haber escuchado o leído algo de
Flamenco. Imaginar mi vida sin la compañía de este Arte parido y amamantado en
la vieja Andalucía me resultaría tarea imposible. Nada explica mejor la vida de
los humanos, con sus luces y sombras, que el Flamenco. Es conceptualmente
hermoso; musicalmente espléndido y existencialmente rotundo. Se te adentra en
los laberintos del alma y te sitúa allí donde solo mandan los sentimientos más
nobles. Valiendo la redundancia se puede decir que es un mundo aparte que parte
de la parte que nos hace más humanos y vulnerables. Una respuesta a la eterna
pregunta de los pueblos andaluces: ¿y tú de quien eres?
Juan Luis Franco – Viernes Día 5 de Febrero del 2016
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