A Pepe Blas Vega y a
Manolo Bohórquez los
dos grandes pilares de la
investigación flamenca.
El Flamenco se vértebra a
través del mundo de las emociones y se configura con el universo sentimental de
las sensaciones. Se nutre del pasado para, desde un presente siempre en fase
innovadora, proyectarse hacia el futuro. Pocas expresiones artísticas existen
más vivas y palpitantes que el Flamenco. Arte con nacencia y querencia andaluza y que
ya hoy forma parte indisoluble de la
Cultura y el Arte de la gente que goza y padece dentro del
globo terráqueo. Con sus tres
modalidades de Toque (guitarra), Baile y, sobre todo, Cante expresando una manera de sentir y
soñar proclive a la belleza, el gozo y la pena.
Flamenco que en sus comienzos se nos presentaba hermético, marginal y
con un discurso iniciático donde se constataba que la pena que se canta es
menos pena. Silverio Franconetti (el gran Silverio), don Antonio Chacón y Antonio Mairena sentaron las bases para que el
Flamenco a golpes de Siguiriya, Malagueñas y Soleá entrara
por la puerta grande de la Cultura. Muchos y grandes artistas
son los que lo han paseado –y lo pasean- por todos los confines del mundo ante
el asombro y admiración de quienes se acercan a contemplarlo. Se nos fueron de
manera prematura sus tres grandes referentes contemporáneos como fueron Camarón, Enrique Morente y Paco de Lucía. Pero ha llegado en la era de los internautas
una amplia gama de jóvenes artistas flamencos que aseguran un futuro
esplendoroso para este Arte Jondo
parido y amamantado en Andalucía. Flamenco
que viene del Sur para alegrar nuestros corazones de viejos soñadores que
pescan en el firmamento las estrellas que luego pegamos en los papeles azulados
de los belenes. Flamencos por la gracia
de Dios y siempre al amparo de la Madre Andalucía.
Juan Luis Franco – Miércoles Día 17 de Febrero del 2016
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