Recuerdo una famosa serie de televisión estadounidense (“Fama”) que se emitió con un enorme éxito
a principios de los años ochenta. Tenía
una frase demoledora que decía “La fama
cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar con sudor”. Una Escuela
de Danza donde literalmente machacaban a la gente a base de todo tipo de
entrenamientos. Desde hace unos años a
esta parte conseguir la fama a cualquier precio se ha hecho una constante donde
todo vale por conseguir el “estrellato”.
A algunos les da igual que la fama sea tan efímera como una pompa de
jabón. Hay quienes no solo venden su
alma al diablo sino que están dispuestos a su recompra para volver a venderla
al mejor postor. Cuando se aúnan talento
y esfuerzo con el añadido de que Dios
te haya llamado para que te abras camino en el mundo del Deporte, el Arte o la
Cultura la fama llega de manera natural. La fama, que duda cabe, proporciona a los que
la poseen dinero y poder formar parte de una élite social donde, para lo bueno
y lo malo, siempre te están adorando o vilipendiando. Se pasa de héroe a villano con la velocidad
de la luz. La gente pretende que el famoso sea tan solo personaje obviando a la
persona que todos llevan dentro. Fundamentalmente
en el mundo del Deporte y la Música
son ídolos a los que adoramos pero colocando siempre la “Espada de Damocles” sobre sus cabezas. En ellos –y con ellos- pretendemos que se
difuminen nuestras frustraciones y sinsabores.
Los muy famosos difícilmente pueden tener la vida privada que todo ser
humano necesita. Recuerdo hace unos días
una anécdota que le ocurrió a Cristiano
Ronaldo en Madrid. Vino a visitarlo
un amigo y se fueron a una Cafetería
del centro de la Villa y Corte. Se sentaron en la terraza y en menos de un
cuarto de hora Cristiano Ronaldo se
hizo ¡136! selfies con clientes y viandantes.
Pidió un té con limón y no lo dejaron siquiera que pudiera terminar de
bebérselo. Es el alto precio que tienen que pagar los muy famosos ante una
sociedad que cada día se parece más a la Roma
pagana. La pregunta surge casi sola: ¿dentro de veinte años quién querrá
hacerse un selfie con Cristiano Ronaldo?
Lo positivo es que entonces si podrá
tomarse tranquilamente su té con limón.
Menos da una piedra…de mechero.
Juan Luis Franco – Miércoles Día 13 de Abril del 2016
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