Buscaron la paz en las fronteras
donde no retumbaran las bombas
en los oídos de sus hijos.
El mar, la mar…los mares
abrieron sus cremalleras
de sal y luna para engullirlos.
Fueron devueltos como pelotas
de tenis que botan siempre fuera
bordeando la línea de lo legal.
Nadie, salvo la solidaridad,
se hizo participe de su llanto
de siglos de ignominia.
Buscaron la luz entre
las sombras de la noche eterna;
regaron con lágrimas de amargura
los campos huérfanos de azucenas.
A la par que se extinguían sus
vidas
también lo hacían nuestras
conciencias
y ya no sabemos distinguir las
puertas
de los postigos cerrados a cal y
canto.
De Roma les llegaba un aire
fresco
con un mensaje atado al pico
de una paloma: “Dios está con
vosotros
aunque a veces lo disimula en
exceso”.
Clamaban desesperadamente
justicia
y solamente les dieron leyes injustas.
Juan Luis Franco – Viernes Día 15 de Abril del 2016
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