Se cumplieron los pronósticos y Sevilla será gestionada municipalmente los próximos cuatro años por Juan Ignacio Zoido. Este hombre ha cubierto una larga travesía en el desierto de la oposición y al final ha encontrado el oasis de la recompensa política. Nadie le podrá acusar de que estos cuatro años opositores haya estado vegetando en su despacho. Para nada. No ha habido barrio ni zona de Sevilla que no se haya “pateado” para conocer de primera mano sus problemas. Lo han tachado de populista -por moverse- aquellos que lo hubieran acusado de burócrata caso de haberse enclaustrado en su despacho. Lo verdaderamente importante es que la Ciudad pueda ser gestionada por un solo Partido, sin que existan cortapisas para aplicar íntegramente su programa electoral. Lo del Pacto de Progreso fue un mayúsculo camelo que ha dejado a la Ciudad socialmente fragmentada y con las arcas titiritando. ¿Existen motivos para la esperanza? Sinceramente así lo creo. Zoido puede ser un buen Alcalde (lo mismo pienso de Juan Espadas, al que considero –en teoría- cercano a mis principios social-demócratas). Creo sinceramente que tenemos garantizado rigor y sentido común desde el gobierno municipal y también desde la oposición. La gestión “socialista” de estos últimos años no ha hecho más que alejarme de aquellos que en teoría debían de ser “los míos”. Aunque el voto es secreto, no tengo reparos en admitir que cambié el que tenía programado en blanco por el de la bandera andaluza de las Pilares. No pudo ser y creo que es algo que el Ayuntamiento y los sevillanos nos perdemos. Esta Ciudad nuestra ha sufrido ya en exceso, como para no merecerse unos políticos acorde con su Historia e importancia. Suerte pues al que llega y una despedida con Banda de Cornetas y Tambores –de las Cigarreras- a los que se marchan. Vayan ustedes con Dios “camaradas” y el que ahora quiera viajar a la “democrática” Cuba que se lo pague de su bolsillo. Hay poco, poquísimo dinero, para acometer algunos proyectos que la Ciudad reclama con urgencia. No están los tiempos para obras faraónicas ni para dispendios de ningún tipo. Seriedad, rigor, austeridad, decencia, tolerancia y cariño por la Ciudad pueden –y deben- ser el mejor contenido para las alforjas de este viaje hacia el futuro. Tengamos algo de paciencia hasta que la rueda de la nueva Administración Municipal sevillana tenga un cierto recorrido. Nos esperan tiempos difíciles donde el Paro sigue siendo la mayor lacra de esta Ciudad. Que nadie espere milagros que no existen en política. Al menos, eso si, gente sensata que nos digan la verdad y no manipulen nuestros sentimientos y nuestros impuestos. Obviemos las lamentaciones por los años perdidos, y que cada uno se remangue para –desde sus posibilidades- remar para llevar esta barca a buen puerto. Demostrado queda que cuando a los sevillanos les han dado oportunidades han demostrado con creces voluntad y talento. Lo lamentable es que esto viene ocurriendo allende nuestras fronteras. Es triste que nuestros jóvenes más brillantes se labren fuera su futuro, mientras que por estos lares “los parásitos” campan a sus anchas. Aquí en los últimos años para triunfar solo hacia falta estar cerca de la “Perola del Poder” con el cazo presto. Veremos a ver que nos depara el futuro más inmediato. Suenan trompetas de cambio y esperemos que el soniquete no se nos muestre repetitivo. A nadie se le puede negar el beneficio de la duda. La Gente está harta de tropelías y bien harán los políticos –todos- en no darles de nuevo la espalda.
Dicen que la Esperanza es lo último que se pierde y, en Sevilla, en ambas orillas del Río Grande, sabemos donde habita la Esperanza. Empieza la etapa del “Zoidazo”. Ya veremos como acaba. Suerte y al tajo que hay faena para todo y para todos.
Dicen que la Esperanza es lo último que se pierde y, en Sevilla, en ambas orillas del Río Grande, sabemos donde habita la Esperanza. Empieza la etapa del “Zoidazo”. Ya veremos como acaba. Suerte y al tajo que hay faena para todo y para todos.
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