“Que Dios te va a castigá
cuando habla de los buenos
de los malos que dirás”
La insidia, las murmuraciones, la calumnia y, en definitiva, la aplicación envilecedora del: “Cuando el río suena agua lleva”. Todo adherido a lo peor de la condición humana: su capacidad de dañar a personas inocentes. Siempre escondidos en la maleza del bosque de la cobardía. Nunca calumniamos en primera persona sino ocultos en el “pues dicen que…..” o, “la gente comenta que…”. Siempre es “la gente” la que ha levantado el vuelo de la paloma de la ignominia. Nosotros somos simples mensajeros que nos limitamos a trasladar –aumentado, corregido y deformado- lo que otros nos han contado. La literatura flamenca está llena de referencias hacia esta vileza de los seres humanos.
Mata más una mala lengua
que la soga del verdugo;
un verdugo mata a un hombre
y una mala lengua a muchos.
….. …… ……
Tú no hables mal de nadie
pues también tienes mocitas
que están pendientes del aire.
…. …… …..
Recientemente he padecido en las carnes de un buen amigo una autentica “cacería” tendente a liquidar su prestigio moral. Fue acusado de maltratador por su “santa esposa” cuando todos estábamos seguro de que era totalmente falso. Curiosamente ni la misma familia de su ya ex mujer daba crédito a las acusaciones vertidas sobre su persona. Al final la esposa reconoció que todo era falso y que se dejó llevar por un ataque de celos. El calvario padecido por este hombre al que en algunos ámbitos –laborales y vecinales fundamentalmente- no le concedieron ni siquiera el beneficio de la duda ha sido terrorífico. Aplicaron a rajatabla el “ruido del agua” contra él y, sinceramente, le va a costar remontar el vuelo de los inocentes. Se encuentra abatido y actualmente en tratamiento psiquiátrico por depresión. Afortunadamente sus dos hijos adolescentes han sido su mejor apoyo y, gracias al testimonio de los mismos, su honra recuperó el crédito que nunca debió perder. ¿Volverá a ser el mismo después de sufrir el filtro de la insidia y la calumnia? ¿Quiénes dudaron de su honorabilidad reconocerán su error y le pedirán perdón? Estoy por afirmar que nada de esto ocurrirá. Nunca entendí que a los amigos haya que concederle el beneficio de la duda: de los amigos nunca podemos dudar. Si luego la verdad se impone y queda evidente que hemos sido engañados, ya no tendría sentido mantener una amistad basada en la mentira. Los amigos es el bien más preciado –al menos para mí- que la vida te proporciona. Los amigos los elige tú, mientras que la familia te elige a ti. Cuidarlos y defenderlos forma parte de nuestra responsabilidad afectiva. Lenguas de doble filo escupiendo veneno y, nosotros, en Santa Cruzada, prestos para la batalla contra la ignominia y la infamia.
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