Tolerancia y respeto. Dos conceptos que parecen significar lo mismo
pero no es así. Veamos que definición nos hace la RAE sobre el particular. Sobre Tolerancia dice que es el “Respeto a las ideas, creencias o prácticas
de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”. Sobre Respeto
viene a decir que es la “Veneración,
acatamiento, miramiento, consideración, deferencia que se ha hace a alguien”. Sin
embargo en el argot popular estos términos quedan claramente
intercambiados. Tolerar es “permitir”
(autorizar) que convivan con nosotros en “igualdad de derechos y deberes”
personas cuya orientación sexual, ideología política, cultura o credo religioso
sean de distintos signos al nuestro.
Respetar es asumir sin complejos que todas las orientaciones sexuales,
políticas, culturales o religiosas tienen cabida (salvo las de corte radical
y/o fundamentalista) en nuestra Sociedad.
Por tanto y entrando en contradicción con nuestra RAE me encuentro más
cómodo enmarcado dentro del campo del Respeto.
Sevilla (el Flamenco ni les cuento) se ha ido configurando a lo largo de
su Historia mediante un crisol de Culturas que le han dado su inigualable
sedimento. Aquí lo romano, lo judío, lo árabe y lo cristiano (por no remontarnos
en este breve espacio a civilizaciones anteriores) han dejado su huella
indeleble. Las mujeres, a pesar del
enorme trecho recorrido, todavía siguen al amparo de la “tolerancia” de los
hombres. Por iguales cometidos laborales ganan salarios más bajos. Ocupan menos
puestos de responsabilidad. Tienen que complementar en muchos casos trabajo y
faenas domésticas. Son victimas propiciatorias de la barbarie criminal machista
y, por si esto fuera poco, tienen que demostrar permanentemente sus valías por
partida doble. Existen todavía -en pleno siglo XXI- países donde la
homosexualidad es castigada con prisión, salvajes palizas e incluso la pena de
muerte. Que duda cabe que nuestro país ha experimentado grandísimos avances en
cuanto a tolerancia y respeto se refiere pero, no nos engañemos, todavía queda
mucho camino por recorrer. Aún podemos escuchar con profunda tristeza lo de:
“Moro de mierda”; “Maricón de los cojones” o lo de “A esta le daba yo una buena
fregona”. Venimos de donde venimos y no
se hace uno cristiano tan solo por meter el dedo índice en el agua de las pilas
de las iglesias. En definitiva, tan solo
respetando podemos exigir que se nos respete a nosotros. Tolerancia y,
fundamentalmente, Respeto.
Juan Luis Franco – Domingo Día 25 de Octubre del 2015-10-01
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