Tal día como hoy, 29 de enero, del año 1886 un ingeniero alemán llamado
Karl Benz creó el primer vehículo de combustión del que se tiene
noticia. Fue a través de una solicitud
de patente (la número 37.435) que el señor Benz
le hizo al gobierno alemán para la construcción de un vehículo de tres ruedas.
Empezaba por tanto con este invento una alocada carrera automovilista que no ha
parado hasta el día de la fecha. Vehículos cada día más potentes, rápidos y
confortables que nos llevan, de aquí para allá, a una velocidad de vértigo
cruzando como posesos las autopistas y carreteras de nuestra Piel de Toro. Corremos,
corremos y no paramos de correr aunque, en no pocas ocasiones, el precio que
paguemos por ello sea tan alto como poner un fin abrupto a nuestras vidas (o a
las de los demás). Todo aquello que a través de la modernidad y sus avances
tecnológicos haya servido para acercar a los pueblos siempre debe ser
bienvenido. En la España profunda de
olivos y casas de piedra con chimeneas sin leña existían no hace mucho pequeños
pueblos inmersos en su soledad y perdidos por la serranía. En los mismos, a
pesar de estar separados a poca distancia de otros pueblos adyacentes, se morían sus habitantes sin conocer a sus
vecinos. No existía más posibilidad de desplazarse que mediante la tracción
animal y esto, debido a las inclemencias del tiempo, no siempre era aconsejable.
El coche y los vehículos mecánicos en general solucionaron mucho de los
problemas de comunicación que padecía una parte importante de la España
ancestral. Pero llegaron las grandes
urbes y lo hicieron para poder recorrerlas con los grandes coches a toda
pastilla. Con ellos llegó una
contradictoria combinación de luces y
sombras. La gente, al principio, acudía
a sus quehaceres cotidianos en poco tiempo y de manera confortable. Pero, como
todo en la vida, llegó la saturación y nacieron en las sociedades modernas los
grandes atascos circulatorios más la omnipresente y grave contaminación. En
ciudades como Pekín o México DF la gente se ve en la
actualidad obligada a salir a la calle con mascarillas. Hace unos días se
prohibió todo tráfico rodado por la ciudad de Milán. Incluso en Madrid
con la famosa “boina” se han visto obligados a serias restricciones
circulatorias. Los seres humanos teledirigidos por los ideólogos del Poder
siempre se encargan de envilecer los grandes inventos de la Humanidad. Todos, al final, intentan
que todo redunde en su propio beneficio. No podemos culpar a Karl Benz con su gran invento de los graves problemas que los
vehículos acarrean en no pocas ciudades
del mundo. Dios cuando dijo “Hágase la luz” no contaba tampoco con los facturones que nos iban a endosar
las Compañías eléctricas. Al César lo
que es del César.
Juan Luis Franco – Viernes Día 29 de Enero del 2016
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