Paseaba meditativo en esta fría, gris y desapacible mañana de auténtico
invierno escudriñando cosas por el Mercadillo del Jueves. Estaba mirando una
foto antigua del Gran Poder (¿premonición?) cuando me llega un wassap de mi
amigo José Manuel Holgado Brenes anunciándome el fallecimiento de Miguel Ángel
Yáñez Polo. Una noticia que no por esperada (llevaba años luchando
denodadamente contra una grave enfermedad) deja de provocarme una gran tristeza. Yáñez Polo era una persona por la que sentía
un gran afecto y me demostró en vida tenerme un gran aprecio y una alta
consideración (viniendo de él para mi era todo un honor). Fue un sabio en el
sentido integral de este hoy devaluado concepto. Médico ejemplar; excelso humanista; profundo
escritor; gran conversador y un hombre entregado en cuerpo y alma a su gran
pasión: la Historia
de la Fotografía. Fundador de la Fototeca Hispalense
donde el archivo que atesora en su chalé de Heliópolis supera las 100.000
copias. Todas contextualizadas y en
perfecto estado de revista. Allí, gráficamente, se nos muestran todos los
avatares de esta Ciudad ocurridos desde comienzos del siglo XX. Excelente la colaboración que tuvo con el
Diario “ABC” en el año 2002 donde a través de fascículos nos mostraba lo mejor
de su amplia colección gráfica (“Historia de la fotografía documental en
Sevilla”). Un hombre del Renacimiento
trasplantado a una época que en no pocas ocasiones decía no comprender del
todo. Bueno en el sentido machadiano del
término y amigo de sus amigos para los que siempre encontraba un momento para
atenderlos y asesorarlos. Con Miguel Ángel Yáñez Polo se empieza a difuminar
una época de la Ciudad
donde se configuraron unas raíces que le dieron sentido a casi todas las
cosas. Me adelanto a los acontecimiento
y reclamo para su augusta persona que la calle Perú en Heliópolis, donde vivió
tantos años, lleve un día su nombre: Miguel Ángel Yáñez Polo. Descansa en paz amigo.
Juan Luis franco – Jueves Día 14 de Enero del 2016
1 comentario:
Fue mí amigo virtual durante años, me enseñó a escribir con lirismo, creo haber sido una musa en un momento en que su ordenador era su única compañía. Lo quise mucho. Me mandó cuatro de sus libros por correo a la Argentina. Creo poder decir que fui su amiga.
Marta Mena
Buenos Aires
QEPD querido Polo
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