domingo, 14 de junio de 2015

Sensibilidades





“Entre  las cuentas de más de un rosario
ofendieron  a Dios entre rezos y mentiras”

Por el Centro de Sevilla se pasea cada mañana un señor con una cartela sujeta por un palo con “sentencias” filosóficas agnósticas y/o ateas. Cada día introduce un nuevo texto y se pasea estoicamente por todo el Centro portando sus agnósticos mensajes. Una reencarnación de Bakunin modelo calle Tetuán.  Da lo mismo que haga frío o calor e inclusive que esté lloviendo a chuzos. Nuestro hombre empieza cada mañana su recorrido por los caminos que una vez al año pisan el Gran Poder, Pasión o la Esperanza Macarena (pongamos que hablo de  Sierpes). Me paro a leer cada día la “nueva consigna” y saco dos conclusiones: la primera que sin insultar a nadie (cosa que aquí no ocurre) todo el mundo tiene derecho a expresarse y, la segunda, que en nuestra querida Ciudad “hay gente pa tó”. Siempre he considerado y considero que cuando los argumentos se expresan de manera civilizada y además se razonan nunca pueden carecer de validez. Otra cosa es que en aras de nuestra manera de pensar y sentir estemos o no de acuerdo. Nuestro hombre camina cada día muy erguido portando su cartela e ignoro si es “autodidacta” o es portador (previo salario) de las consignas que otros le escriben. Lo mismo da que lo mismo (lo importante es el contenido y no el continente).  Recuerdo una mañana del pasado mayo cuando una persona joven se enfrentó de manera desaforada a nuestro ateo andante. Le dijo prácticamente de todo y más de uno de los allí congregados temíamos que incluso podía “meterle mano”.  Gritaba nuestro joven “inquisidor” que se sentía gravemente ofendido por lo expresado aquel día en la cartela (Anoté lo que decía y era lo siguiente: “Lo racional siempre estará en la Ciencia y nunca en la Religión”).  Este airado joven se confesaba creyente y fiel devoto de la Macarena.  Tachaba a nuestro “cartelero” de falaz comunista y proponía para taparle la boca (en este caso borrarle el cartel) una reedición del 36.  Dado que un par de personas mayores de buen porte le aconsejaron que se callara y, que la cosa no era para tanto, se fue profiriendo insultos y culpando al Gobierno de tanta permisividad con los putos “rojos”.  Existen situaciones que más vale no sacarlas de contexto pues en caso contrario estaríamos abocados al desencanto y la frustración.  Obvia decir que el “hombre de la cartela” le doblaba  con creces la edad al ofendido muchacho.  Ser agnóstico, ateo o creyente no es lo realmente importante,  lo es nuestro comportamiento hacia los demás. Estas situaciones donde sale a relucir lo peorcito de nuestra Historia más reciente me resultan altamente preocupantes.  Lo que está claro es que ni lo creyentes variarán su manera de pensar por los textos de la cartela ni el cartelista la cambiará por una Bandera Concepcionista. Herir sensibilidades no resulta fácil cuando nuestras raíces y dudas se fortifican con los años.  La siempre sensibilidad a flor de piel.  ¡País! que diría el genial Forges.


Juan Luis Franco – Domingo Día 14 de Junio del 2015

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