“Entre las cuentas de más de un rosario
ofendieron a Dios entre rezos y mentiras”
Por el Centro de Sevilla se pasea cada mañana un señor con una cartela
sujeta por un palo con “sentencias” filosóficas agnósticas y/o ateas. Cada día
introduce un nuevo texto y se pasea estoicamente por todo el Centro portando
sus agnósticos mensajes. Una reencarnación de Bakunin modelo calle Tetuán. Da lo mismo que haga frío o calor e inclusive
que esté lloviendo a chuzos. Nuestro hombre empieza cada mañana su recorrido
por los caminos que una vez al año pisan el Gran
Poder, Pasión o la Esperanza Macarena (pongamos que hablo de Sierpes). Me paro a leer cada día la “nueva
consigna” y saco dos conclusiones: la primera que sin insultar a nadie (cosa
que aquí no ocurre) todo el mundo tiene derecho a expresarse y, la segunda, que
en nuestra querida Ciudad “hay gente pa tó”. Siempre he considerado y considero
que cuando los argumentos se expresan de manera civilizada y además se razonan
nunca pueden carecer de validez. Otra cosa es que en aras de nuestra manera de
pensar y sentir estemos o no de acuerdo. Nuestro hombre camina cada día muy
erguido portando su cartela e ignoro si es “autodidacta” o es portador (previo
salario) de las consignas que otros le escriben. Lo mismo da que lo mismo (lo
importante es el contenido y no el continente).
Recuerdo una mañana del pasado mayo cuando una persona joven se enfrentó
de manera desaforada a nuestro ateo andante. Le dijo prácticamente de todo y
más de uno de los allí congregados temíamos que incluso podía “meterle
mano”. Gritaba nuestro joven “inquisidor”
que se sentía gravemente ofendido por lo expresado aquel día en la cartela (Anoté
lo que decía y era lo siguiente: “Lo racional siempre estará en la Ciencia y nunca en la Religión”). Este airado joven se confesaba creyente y fiel
devoto de la Macarena.
Tachaba a nuestro
“cartelero” de falaz comunista y proponía para taparle la boca (en este caso
borrarle el cartel) una reedición del 36. Dado que un par de personas mayores de buen
porte le aconsejaron que se callara y, que la cosa no era para tanto, se fue
profiriendo insultos y culpando al Gobierno de tanta permisividad con los putos
“rojos”. Existen situaciones que más
vale no sacarlas de contexto pues en caso contrario estaríamos abocados al
desencanto y la frustración. Obvia decir
que el “hombre de la cartela” le doblaba con creces la edad al ofendido muchacho. Ser agnóstico, ateo o creyente no es lo
realmente importante, lo es nuestro
comportamiento hacia los demás. Estas situaciones donde sale a relucir lo
peorcito de nuestra Historia más reciente me resultan altamente
preocupantes. Lo que está claro es que
ni lo creyentes variarán su manera de pensar por los textos de la cartela ni el
cartelista la cambiará por una Bandera Concepcionista. Herir sensibilidades no
resulta fácil cuando nuestras raíces y dudas se fortifican con los años. La siempre sensibilidad a flor de piel. ¡País! que diría el genial Forges.
Juan Luis Franco – Domingo Día 14 de Junio del 2015
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