Clamaron a los vientos de levante
y se preguntaron a viva voz:
¿Donde, donde hay un hombre
decente?
Solo obtuvieron la callada por
respuesta.
Los folios en los juzgados eran
montañas
de ignominia apilados en los
rincones.
Mientras los niños golpean sus
cucharas
en los platos vacíos ellos se muestran
unos a otros sus relojes de
pulsera.
La lluvia rebotaba por las aceras
como si fueran lágrimas de
rebeldía.
Querían cubrirse sus desnudas
cabezas
y solo encontraron
un sombrero de tres picos y…una
pala.
Sonaron las Trompetas de Jericó
y un niño inquieto apoyó su
blanca
mano en la barandilla de su cuna.
“Duérmete cielito mío
que tu madre trae estrellas
y luna de acero frío”.
Clamaron a los vientos de levante
y se preguntaron a viva voz:
¿Donde, donde hay un hombre
decente?
Solo obtuvieron la callada por
respuesta.
Juan Luis Franco – Domingo Día 28 de Junio del 2015
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