Vamos a hacer una paraita en el camino de los Toma de Horas. Ya está
instalado plenamente entre nosotros el largo y cálido verano. Toca marcarnos un
paréntesis veraniego para que el alma se serene en las noches estrelladas.
Veranos en el recuerdo de cines al aire libre con olores a dama de noche. De
besos furtivos adolescentes al amparo de las noches de luna llena. De
ilusionadas colas en abarrotadas piscinas públicas. De búcaros lebrijanos de
agua fresca. De mujeres, cuando la tarde
languidece, hablando de sus cosas –cosas de mujeres- sentadas en las puertas de
las casas. De tabernas con los suelos
cubiertos de serrín mojado y de hombres con las camisas remangadas. De mañanas
fresquitas preámbulo de sofocantes mediodías. De niños de la calle bañándose en
el Río Betis al amparo y cobijo de la Madre Triana. De puestos de sandías y melones. De
paseos mañaneros por los mágicos laberintos ajardinados del Alcázar sevillano.
De tantas cosas perdidas en el tiempo y conservadas en la memoria sentimental. El
verano era –y es- para los niños como el sol el Domingo de Ramos: una
ilusionante luz de vida por gastar. Con el perceptivo permiso de Aquel que reside
y atiende en San Lorenzo volveremos en septiembre. Buen verano para todos y
buenas vacaciones para aquellos que aún conservan trabajo y derechos laborales.
Sevilla siempre es un lujo de Ciudad incluso cuando las calores obligan a
abandonarla momentáneamente. Nos vemos en septiembre. Lo decía una canción de
Bobby Darin… “Cuando llegue septiembre
todo será maravilloso”.
Juan Luis Franco – Martes Día
30 de Junio del 2015
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