“Abre la ventana que avive
la mañana al cuarto y la cocina,
aire, aire, aire pasa, aire
nuevo,
aire fresco pa la casa”
- José Mercé –
Aire que ventile los cuartos y avive los corazones con el soplo de la
libertad. Aire fresco y decente que limpie los rincones podridos por la
corrupción. Aire que da nombre a una estrecha y mágica calle sevillana donde unos baños árabes se
mezclan armoniosamente con el “Jardín Antiguo” de Luis Cernuda. Aire mañanero
que seque las ropas que las mujeres tienden al amanecer en los cordeles de las
azoteas sevillanas. Aire que estos días otoñales bambolean por los suelos de
los parques las hojas secas caídas de
los árboles. Aire que mueve los cabellos al viento de las muchachas que en las
orillas de las playas sueñan con Ulises de felices retornos y gozos compartidos.
Aire que levanta, junto con sus ilusiones, las cometas de los niños que vuelan
con ellas. Aire tenue de primavera que, sin apagarlas, mueve de costero a
costero las llamas de velas rizadas del paso de La Candelaria por los
Jardines de Murillo. Aire de Levante que vuelve majaretas y tarumbas a los
depositarios del Arte Popular de Andalucía. Aire que golpea los toldos de los
patios de las casas señoriales en tardes
invernales de té en tazas de La
Cartuja y con pastas de Ochoa. Aire que mueve a favor de
corriente las veletas del tiempo eterno y de los tiempos pasajeros. Aire que
nos trae envuelta en su brisa viejas leyendas y aromas de lavanda en cajones de
ropa limpia y recién planchada. Aire que
viene a decirnos que nada es para siempre y todo se renueva de manera permanente. Aire, aire, aire fresco para poder seguir
sintiéndonos vivos.
Juan Luis Franco – Viernes Día 20 de Noviembre del 2015
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