El vuelo sin retorno de los catalanes hacía tiempo que se estaba viendo
venir pero nuestros actuales gobernantes no le prestaban la menor
importancia. Ayer, lunes 9 de noviembre,
el Parlament catalán votó por 73 votos a favor y 62 en contra empezar lo que los
independentistas llaman “la desconexión con España”. Una auténtica barbaridad
que no hace más que enlazar con nuestra Historia donde el disparate siempre supo campar a sus anchas por nuestra Piel de Toro. El
resultado de las urnas el 27-S en votos reales demostró sin reservas que los
partidarios de no desmembrar a Cataluña de España (52%) superaban a los
independentistas (48%) pero el fundamentalismo nunca atendió a la llamada de la
razón. ¡Faltaría más (Mas)! Para el conjunto de los españoles (fundamentalmente
para los catalanes) sería una muy mala y triste noticia que Cataluña se fuera de
España. ¡Ahora! el Gobierno español ha puesto en marcha la maquinaria burocrática-administrativa
para frenar esta locura por medio de las leyes que legitiman un Estado de Derecho.
Los independistas ya han dejado meridianamente claro que no obedecerán ni
acatarán las normativas legales de un Estado (el español) al que después de la
votación en el Parlament ya no se sienten vinculados. El señor Artur Mas en su
discurso de investidura se olvidó de pronunciarse sobre los presuntos y
múltiples casos de corrupción de la familia de su Padrino político. “La pela es la pela”, que diría aquél que se lleva calentito a Andorra el dinero de los
contribuyentes. Hubiera bastado que ante una innegable y mayoritaria petición
en Cataluña para pronunciarse sobre su futuro el Estado español hubiera sido
más generoso promulgando una consulta, vía referéndum, con todas las de la Ley (¿os suena lo ocurrido con
Escocia?). Estos días viene uno leyendo, viendo y escuchando opiniones de las
más variopintas (afortunadamente muchas de ellas llenas de sensatez). Personalmente,
como a millones de españoles, me provocaría una gran tristeza que Cataluña dejara
de ser española. Allí siempre estuvo la vanguardia artística, cultura y
política de este sufrido país nuestro. No debíamos olvidar que se les dio
cobijo y trabajo a miles de andaluces que huían del hambre en verde y blanco.
Ignoro como terminará esta disparatada “aventura” y, lamento constatar, que no
tengo mucha fe en nuestros gobernantes actuales. España hace tiempo que es un Estado sin
estadistas y eso, a corto o medio plazo, siempre se termina pagando. Lo cierto
es que la Teoría
del disparate se ha puesto en marcha. Agarrarse que vienen curvas por la
montaña rusa del el Tibidabo.
Juan Luis Franco – Martes 10 de Noviembre del 2015
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